Capítulo 14

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Apenas si pudo descansar algo , se sentía inquieta y sin ganas de asistir a la cena cuando quienes la asistían llegaron a ayudarla a prepararse.

Le trenzaron el cabello en alto y se lo adornaron con ornamentos de flores de oro, era incómodo.

También se cambio de ropa y luego tuvo que buscar joyas , le habían regalado muchas aquel día pero usar las de alguien era despreciar a otra persona y no podía hacer algo así.
Además no quería ninguna pieza elaborada ni extraña, finalmente tomó la caja de madera labrada que le había enviado su padre ese día como regalo de cumpleaños, contenía una gargantilla de oro muy fina con un colgante de una rosa azul tallada en piedra. Había pertenecido a su madre.

Azize se la puso y pensó que quizás así, sentiría su compañía, la necesitaba mucho, había tantas cosas que hubiera querido preguntarle.

Cuando estuvo lista, dejó sus aposentos y sorpresivamente Cian no estaba esperándola. Había un par de guardias, pero él no estaba, Azize no supo cómo interpretar aquello

Uno de ellos, le informó que Cian se reuniría con ella en el salón, la princesa asintió y caminó rodeada de su pequeña corte.

Su esposo la esperaba en la entrada al salón, le dio la mano y algo en la forma en que la miró le hizo entender que no hablarían de lo sucedido antes.

Ella tomó su mano, levantó la cabeza regiamente y entraron a ocupar sus lugares, la Princesa Heredera y el Príncipe Consorte.

Afortunadamente la cena no fue tan extensa y cuando los invitados empezaron a beber en exceso, Cian se inclinó hacia Azize y le dijo que era hora de irse, ella lo miró extrañada.

-Tu padre autorizó que nos retiremos – le dijo en voz baja y ella miró al Rey que hizo un leve asentimiento. La princesa se puso en pie y Cian la guió.

-¿A dónde vamos? – preguntó ella cuando vio que se dirigían a los jardines privados del Rey.

-Paciencia, Princesa- dijo él sin soltarle la mano.

-Cian....

-Te debía tu regalo de cumpleaños, pero es algo que sólo podía darte a eta hora – explicó y ella lo miró sorprendida.

-¿Mi regalo?

-Sí – dijo él y sacó un pequeño saco de seda que llevaba en la cintura. Extrajo un cilindro y lo puso delante de Azize.

-¿Qué es? – preguntó ella curiosa.

-Debes ponerlo sobre tu ojo y mirar al cielo, así...-dijo él y se posicionó detrás de ella para ayudarla- Cierra un ojo y mira a través del tubo con el otro – le indicó mientras le sostenía el brazo para que inclinara el objeto hacia el cielo.

-¡CIAN! –Exclamó ella encantada- ¡Las estrellas están cerca, puedo verlas con mucha claridad!

-Es un invento de un erudito que vive en la ciudad, tiene cristales tallados en su interior y permite que veas las estrellas como si estuvieran más cerca.

-¡Es maravilloso! Como si pudiera tocarlas...-dijo ella con la voz un poco quebrada y se giró para enfrentarlo – Gracias Cian, gracias por darme un regalo tan precioso, por dejarme tocar las estrellas....

-Me alegra que te guste, lo pensé mucho...- dijo con incomodidad.

-Es perfecto, gracias – sonrió ella y lo decía en serio. Acababan de regalarle la inmensidad del cielo nocturno y de hacerla sentir que hasta lo más distante podía alcanzarse.

Era el mejor regalo de cumpleaños

Poco después los sonidos de personas que salían dejaban la fiesta, los interrumpieron. Era hora de regresar a la tierra, Azize hasta suspiró en disconformidad.

Quería seguir en aquel lugar apartado, mirando las estrellas y disfrutando de la calma, sin embargo no podía ser.

-Tenemos que volver – dijo con pesar mientras aferraba contra su pecho el regalo de su esposo. Cian asintió

-Es lo mejor, ha sido un día muy agotador – dijo él y luego en silencio la acompañó hasta sus aposentos.

-Buenas noches – saludó ella

-Que descanses – le respondió Cian y cuando Azize entró a su habitación volvió a sumergirse en la soledad.

Un par de días después, cuando se fueron los visitantes y la vida en palacio retomó su cotidianeidad, un nuevo suceso los sacudió.

El rey había convocado a Azize y Cian para informarles que debían asistir a una boda en un país extranjero, uno que no era aliado, sino más bien enemigo.

-¡De ninguna manera, no iremos!- dijo Cian enfadado.

-No es una opción – dijo el Rey.

-No es seguro...-discutió el guerrero.

-Tampoco quiero ir- intervino Azize

-Han sido invitados, no ir sería una afrenta y una muestra de debilidad, incluso de temor. El príncipe que se casa era uno de los posibles candidatos a ser tu marido, Azize, ahora se ha casado con otra princesa fortaleciendo una alianza que a la larga podría ponernos en desventaja.

Deben ir y mostrarse con seguridad, demostrar que no nos sentimos amenazados y que somos una Nación fuerte....

-Es tomar un riesgo innecesario..-insistió Cian.

-E ir también es mostrar que nos movemos como ellos quieren, Su Majestad- intervino Azize.

-Ha sido una orden, irás , ya que en este momento tú eres nuestro mayor punto débil y eres quien debe mostrarse digna de ocupar el lugar que se te ha dado– dijo el rey y ella lo miró furiosa.

-¡Su Majestad! – lo censuró Cian sabiendo que aquellas palabras herían a la joven.

-Tú te encargarás de protegerla Cian, ahora déjanos solos, quiero hablar con ella a solas – dijo el Rey, Cian miró a ambos , aún estaba molesto pero sabía que no era momento para insistir, hizo una reverencia y se retiró.

-Azize, esto es sólo el principio, cada vez será más difícil – le dijo su padre una vez que estuvieron a solas.

-No me gusta- dijo ella- no me gusta ser una ficha en un tablero...

-Pero gobernar no es muy diferente a un juego de estrategias, y con tu casamiento nos pusimos en desventaja. Mucha gente esperaba una alianza y que aquel que fuera tu esposo, sería quien gobernara en el futuro. Pero en lugar de eso, te casaste con el comandante de nuestro ejército, no hubo alianza, reforzamos nuestra autonomía y además, te convertiste en la futura reina...

- Si iba a traer tantas complicaciones.. entonces...¿por qué? – preguntó ella cansada de la carga que debía llevar.

-Porque siempre fue mi idea que tú fueras la reina, te eduqué para serlo....y porque Cian es el hombre que siempre has amado – dijo el rey mirándola a los ojos y Azize ahogó una exclamación.

-¿Lo sabías? – preguntó sorprendida.

-Eres mi hija, Azize, lo has amado desde que tienes catorce años...pensé que estarías bien si él era tu esposo, sin embargo no parece ser así...Aún a costa de nuestros interesas hice que te casaras con el hombre que querías, ¿por qué no eres feliz?

-Padre...yo..no lo quería así, no de esta manera. No quería que se casara conmigo por una orden, quería su corazón...quería ser la mujer que amara, no una princesa que debe seguir custodiando - dijo ella casi al borde de las lágrimas, se sentía atormentada al pensar que sus sueños de amor se habían vuelto un matrimonio de conveniencia.

Y se sentía abrumada por sus sentimientos, por el hecho de que su padre hubiera sabido lo que ella sentía, y que hubiese pensado en ella al concertar aquel matrimonio.

-Ni siquiera un rey puede meterse en los corazones de las personas, Azize, eres la única que puede hacer algo ... - dijo y ella no pudo evitar llorar porque tampoco sabía qué hacer.

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