Cian estaba preocupado por resguardar al Rey y a Azize así que había convocado a sus hombres para verificar personalmente cada detalle y asegurarse de que siguieran sus órdenes.
-Los miembros de las comitivas extranjeras han sido confirmados previamente así que cualquier cambio deberán notificarlo de inmediato, así mismo con los comerciantes: los artistas que actuarán son los mismos de cada año, igualmente quiero que lo controlen. Y nadie que no haya sido invitado entrará al salón ese día.
-Sí , Su Alteza – contestaron y Cian lanzó un gruñido casi inaudible al ser llamado de aquella manera
-Los regalos que traigan a la Princesa, también deben ser vistos antes, no quiero sorpresas –agregó
-¿Y el desfile? – preguntó uno. Era tradición que aquel día la princesa hiciera un desfile por la calle principal para que los ciudadanos la saludaran.
-Maldito desfile...-soltó él, aquello era muy arriesgado con el arresto de los rebeldes tan reciente, podría haber represalias.
- Comandante...-susurró Deq para calmarlo.
-Yo iré con ella, igualmente redoblaremos la escolta, quiero dos filas de soldados a cada lado del carruaje y a algunos hombres dispersos que puedan ubicarse en algunos de los techos de los edificios más sobresalientes.
-Bien – asintieron.
-Igualmente revisaremos cada detalle día a día.-dijo y dio por concluida la reunión. Sólo Deq se quedó a su lado.
-Cian, hablando de regalos..¿Pensaste en qué le regalarías a la princesa? – preguntó y él lo miró extrañado.
-¿Regalo?
-Sí, eres su esposo ahora, no su custodio...
-Un regalo...tengo que darle un regalo – musitó él más para sí mismo que para Deq. No había pensado en ello, antes no se le habría ocurrido hacerle un regalo para su cumpleaños, y ahora ni siquiera sabía si era algo que ella esperaba o no, aunque sí quería darle algo. Sin embargo tampoco imaginaba qué darle, cosas que podrían gustarle a otras mujeres como vestidos, joyas u ornamentos para el cabello, ella los tenía de sobra.
Quería darle algo que le gustara, algo a Azize, no a la Princesa.
Deq observó divertido a Cian que se había quedado en silencio.
-No lo habías pensado, ¿verdad?
-Estaba ocupado en otras cosas.- se defendió algo avergonzado.
-No debe haber problemas, tú eres quien mejor la conoces, seguro pensarás en algo ...-le dijo mientras le palmeaba la espalda y luego se marchó.
Había demorado un par de días buscando pero había encontrado un regalo perfecto, estaba bastante satisfecho consigo mismo cuando lo distrajo el sonido de risas.
Era Azize que en la pérgola de uno de los jardines hablaba y reía junto a uno de los artistas que actuaría el día de su cumpleaños. Era un joven bardo que frecuentaba el palacio desde varios años atrás.
Los observó , había comodidad y familiaridad en la forma en que se trataban, estaban sentados uno frente al otro, a escasa distancia. Aquel trato amistoso se debía, en parte a que se conocían desde mucho tiempo atrás, pero Cian se preguntó si aquel era el hombre del que su esposa estaba enamorada.
Ella se veía feliz y no incómoda como cuando estaba cerca de él.
La relación que ellos tenían era tan frágil y costaba tanto, quizás aquel matrimonio había sido un error, sería mucho más sencillo si él no supiera que ella tenía a alguien en su corazón. Pero lo sabía, había escuchado aquella conversación con sus primas.
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La elección
عاطفيةEl Rey le ha ordenado a su hija Azize casarse, y ella no tiene otra opción que cumplir con su deber. Ser princesa significa seguir sus obligaciones, pensar en el bien de su país y dejar de lado los anhelos de su corazón. Sin embargo, su alma tiene...