Capítulo 7

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La Princesa jugaba sola moviendo las fichas en el tablero, no tenía mucho para hacer. No quería asistir a otra reunión con las damas de Palacio, su padre no la había llamado y no podía verlo si no la convocaba, tampoco tenía ganas de ir a la Biblioteca, así que sólo le quedaba entretener su mente con juegos de estrategia.

Movía ambas fichas, así que era a la vez la jugadora y la contrincante.

Se quedó mirando concentrada el tablero y cuando fue a mover una ficha, alguien le ganó de mano. Cian movió la ficha y Azize levantó la mirada.

-¿Puedo jugar con usted? – dijo él y ella hizo un gesto con la mano invitándolo a sentarse. Luego estudió concienzudamente la disposición de las fichas.

-Nada mal...- lo elogió al estudiar el movimiento que él había hecho.

-¿No es aburrido jugar sola?

- Estoy acostumbrada...- respondió mientras movía una ficha, unos segundos después él contrarrestó con otro movimiento. Azize se mordió el labio pensativa y contraatacó, hacía mucho que no tenía una partida tan interesante. Cian tenía la misma rapidez mental que ella, le gustaba eso.

-Podría jugar con usted...

-Supongo que la política y la estrategia militar no es tan diferente verdad, todo se trata de planificar y calcular bien los movimientos...- evaluó ella mientras hacía su jugada.

-No lo había pensado, pero supongo que es así – dijo él y se quedó mirando el tablero decidiendo como jugar.

Azize levantó la mirada y la fijó en su esposo, era la primera vez que tenían una charla de ese tipo, tan natural y relajada, era extraño, mucho más si pensaba que la última vez que se habían visto habían discutido. Eso había sido dos días antes, pero no quería pensar en eso. Aún le dolía lo sucedido.

Prefería concentrarse en este día, en la luz de la mañana que se filtraba en el jardín privado, en las fichas sobre el tablero y en la tregua que se había establecido.

Siguieron jugando hasta que Azize ganó la partida.

-¿Qué desea, Su Alteza? – preguntó él y ella lo miró desconcertada.

-¿Qué?

-Ganó....como vencedora qué demanda tiene...-preguntó y ella no supo si bromeaba o no. Miles de respuesta cruzaron su mente pero desistió.

-Nada, es sólo un juego, fue entretenido ....y...-dijo sin terminar la frase pues dudaba que fuera la verdadera ganadora. Tenía la sensación de que Cian era mejor que ella y que la había dejado ganar con algunos movimientos no muy bien pensados.

-¿Nunca quiere nada para sí misma? – preguntó él y la joven pensó que contestar sería entrar en terrenos peligrosos.

-Quiero el bien de mi reino...- contestó finalmente.

-Ayudaré con eso tanto como pueda – dijo él mirándola con seriedad y ella asintió.

-Gracias...

-Vamos – dijo Cian poniéndose de pie y extendiéndole la mano para ayudarla a ponerse en pie.

-¿A dónde?

-Ya que no me dijo que quería como recompensa por ganar, tendré que darle lo único que recuerdo que pidió para usted misma...

-¿Qué?

-Dijo que se asfixiaba aquí, vamos a escaparnos un rato.

-¿Escaparnos?

-Un día libre...¿acepta?- preguntó él y ella asintió.

-Sí- dijo pensando que ese era uno de sus deseos ocultos. Aunque por lo visto no era tan secreto como creía. Tenía muchas razones para negarse, pero quería ir.

- Ahhhh....pida que le empaquen ropa sencilla, algo con lo que pueda pasar desapercibida, la espero aquí.- le dijo y Azize se marchó hacia el interior.

Él la esperó con ansiedad, le había costado dar el primer paso pero sabía que no podían entrar en guerra entre ellos cuando la amenaza estaba afuera, si quería protegerla tenía que tenerla de su lado.

Se le ocurrió darle lo que ella quería, un poco de libertad, por un momento temió que no aceptara, pero si lo había hecho.

Ella apenas demoró unos minutos y regresó cargando un pequeño atado, él lo cargó y empezaron a caminar hacia los establos reales.

Al llegar uno de los hombres de Cian ya tenía un par de caballos preparados. Ayudó a su esposa a montar y luego salieron de Palacio. Cian vio el nerviosismo de ella al atravesar las puertas, como si temiera que alguien les impidiera salir.

-Nadie nos detendrá ...- le dijo casi gritando para que lo escuchara y la chica le devolvió una sonrisa.

-Claro que no, el único que lo haría está ayudándome a escapar...-contestó ella divertida por la situación. Era extraño pensar que su guardián, quién hubiera sido el primero en evitar que escapara, era su esposo y la estaba llevando lejos de los muros que la encerraban.

Mientras cabalgaba sentía el aire darle en el rostro, los músculos del animal bajo su cuerpo, quería olvidar todo y disfrutar aquella libertad.

Se dejó guiar por Cian, ambos hacían correr con rapidez a sus caballos , hasta que llegaron al bosque donde ella se había refugiado antes.

Allí desmotaron. Azize estaba agitada y con la piel ruborizada por el ejercicio.

-Es un bello lugar ...- comentó Cian como si fuera la primera vez que se detuviera admirarlo.

-Sí, es relajante, uno puedo olvidarse de todo aquí – respondió ella y se dejó caer en la hierba.

Cian la imitó y se acostó cerca, poniendo los brazos debajo de su cabeza. Se quedaron allí un rato, en silencio.

-Su Alteza – la llamó él y Azize ladeó la cabeza para mirarlo.

-Ya que descansó un rato, vaya a cambiarse, tenemos otro lugar al que ir...-le dijo y ella se incorporó.

-¿Otro lugar? ¿Dónde?- preguntó ella.

-Cámbiese e iremos a comer algo...-le dijo él misterioso. Azize se pudo de pie y miró hacia todos lados buscando o donde cambiarse.

-No hay nadie, puede ir detrás de aquellos árboles – dijo señalando una zona cerrada de pinos- yo esperaré aquí- aclaró, ella asintió y se marchó.

Unos minutos después , Azize regresó luciendo un vestido sencillo de color marrón. Aún así se veía muy bella. Cian se acercó a ella.

-Hay que quitar esto...-dijo y llevó su mano al cabello de la joven para quitarle los broches con joyas que le sostenían el peinado. El cabello cayó oscuro sobre su espalda.- Mucho mejor – dijo él dándole los adornos y la joven se dio cuenta que había estado conteniendo la respiración.

-¿Nos vamos? – preguntó ansiosa por saber a dónde se dirigían.

-Vamos – dijo él y cuando empezaron a cabalgar la princesa se dio cuenta que se dirigían hacia la ciudad. La joven detuvo el caballo .

-Cian...-dijo y él se detuvo en seco, era la primera vez que lo llamaba por su nombre. Había temor en su voz y anhelo.

- ¿Qué sucede?

-¿Vamos a la ciudad? ¿Podemos...? – preguntó.

-Sí, podemos ir, no tiene que preocuparse, no van a reconocerla. Nadie imagina que la Princesa vaya a pasear por las calles y la mayoría de la gente no la conoce o la ha visto en ocasiones oficiales, ataviada como princesa. Además estoy con usted, estará bien. ¿No quiere ir?

-Sí quiero...siempre quise- dijo ella mirando hacia adelante con los ojos brillantes de emoción.

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