18. Capítulo

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-Despierta loba-una voz suave la sacó del sueño.


Abrió los ojos y miró con enfado al vampiro que se inclinaba sobre ella.


-¿Te has vuelto loco? -preguntó incorporándose con rapidez- mi padre va a matarte por esto.


-Puedo manejar a tu padre, cariño. Ahora levántate y baja al salón a hablar conmigo.


-No tengo nada que hablar contigo, Louis. Me voy ahora mismo.


Trató de levantarse, pero el chico la sujetó contra la cama.


-Baja al salón, Gabrielle. A no ser que prefieras que hablemos aquí. Pero... seguramente acabaremos distrayéndonos.


Ella le devolvió una mirada furiosa y luego se levantó y bajó al salón.


-¿Dónde diablos estamos? -preguntó sentándose en una butaca en el salón.


-En la casa de mi tío André. Apenas la usa y me la ofreció cuando la necesitara.


-¿El tío André sabe esto? -preguntó ella asombrada.


Louis se sentó enfrente de ella.


-¿Sabías que André retuvo a Breena durante un tiempo hasta que ella aceptó casarse con él?


-¿Y?


-Mi tío entiende perfectamente lo que me ocurre contigo, Gabrielle.


-También es mi tío, vampiro. Y me sorprende que no entienda que esto va a desencadenar muchos problemas.


-Oh, puedes estar segura de que lo sabe. Por eso tenemos que solucionar esto rápido.


-Bien. Me alegro de que hayas entrado en razón. No hace falta que me lleves, me apañaré para llegar a casa, gracias.


La chica se levantó para salir, pero, antes de llegar a la puerta, Louis estaba delante de ella.


-Sebastián, el celebrante de mi padre, llegará esta tarde. Así que tienes hasta entonces para hacerte a la idea de que nos casaremos hoy mismo, lobita. Más adelante, si quieres, podemos celebrar la ceremonia de emparejamiento en tu aldea.


-No voy a casarme contigo, Louis, ni aquí ni en la aldea. No puedes obligarme a decir que sí.


El vampiro sonrió.


-No hace falta que digas nada, nena. La fórmula cambió después de que tú y yo naciéramos para que la mujer de su consentimiento. Mi madre y mis tías insistieron en ello. Pero la fórmula antigua sigue siendo igual de válida.


- ¿Y qué vas a hacer, vampiro? ¿Arrastrarme hasta el altar? ¿Consumar el matrimonio a la fuerza?


-Sí a lo primero si es necesario. No a lo segundo. Te aseguro que no hará falta.


-Eres un presuntuoso, Louis. Voy a salir de aquí ahora. Y no vuelvas a acercarte a mí.


El chico la detuvo.


-Si tengo que obligarte, lo haré, Gabrielle. Eres mía. Nada va a cambiar eso.


-No tienes ningún derecho...


-No se trata de derechos, loba. Podemos hacer esto de dos formas. Nos casamos y fingimos ser una pareja feliz y enamorada para que nuestros padres no acaben declarándose la guerra. O lo hacemos por las malas. De todas formas, acabarás casada conmigo. Pero si eliges la segunda opción, habrá guerra. Vampiros y vamps contra lobos. Y las hadas se quedarán en medio.


-Eres un cabrón-insultó ella-un niñato estúpido, acostumbrado a salirte con la suya. ¿Cómo puedes comportarte así con algo tan serio?


-Las hadas tenéis la capacidad de enloquecer hasta a los vampiros más controlados, cariño.


-Sal de aquí, Louis. No quiero verte más hasta la boda.


-De acuerdo. Pero una cosa, Gabrielle. No intentes escapar. Te perseguiré hasta donde haga falta, te lo prometo.


Ella le miró desafiante y el vampiro salió de la habitación. Gabrielle se sentó en la bonita cama con dosel sin poderse creer lo que estaba ocurriendo.


Gabrielle #wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora