Dia 1. Aburrimiento y odio

63 7 0
                                    

Me dirigía a casa después de un día apestoso en mi apestoso instituto, rodeado de apestosos compañeros, solo para ver a mi apestosa familia, sin duda alguna era el mejor plan para el fin de semana.

-Tojino, espera.

Por alguna razón me digne a mirar a la persona que había osado decir mi nombre. No era más que el estúpido de Nojiari Kamomo, un chico gordo que, para mi suerte o desgracia, habitaba cerca de mi casa, y por si fuera poco estaba en mi clase.

-¿Que ocurre Kamomo?

Realmente aun pienso el motivo por el que le pregunté. Ambos sabíamos que me importaba una puta mierda lo que quisiese ese gordo.

-¿Te importa si voy contigo? Es que últimamente he estado mucho tiempo solo en casa, y me gustaría pasar aunque fusen 5 minutos con alguien jajaja.

"¿Y a mi que coño me cuentas?" pensé "déjame en paz maldita foca". Suspiré.

-Si claro, sin problema.

Kamomo seguidamente sonrió. Parecía feliz de estar conmigo. No, estaba feliz por estar con alguien. Y pensar que yo estaba jodidamente amargado por estar continuamente rodeado de gente.
Durante el camino estuvimos hablando sobre los estudios. Nos quedaban solo unos meses para acabar el curso y no es que fuese perfecto para Kamomo.

-Seguramente tenga que recuperar alguna que otra... ¿Y tú?

-Creo que podré descansar en verano sin tener que estudiar.

Al final acabé acompañándolo hasta su casa, teniendo que andar pasos que ya había dado para volver a la mía.

-¿Te apetece comer en mi casa Tojino? No hay nadie y si quieres después vamos a jugar baseball o algo.

Joder, que irritante... ¿Es que no ve que quiero llegar a mi casa, comer, hacerme una paja en mi oscuro cuarto y rascarme los huevos lo que queda de día, que para variar a sido una puta mierda, como todos?

-No, te lo agradezco, pero ya he avisado que comería en casa. Tal vez otro día.

Tras esto me despedí y me dirigí de una vez por todas a mi podredumbre con forma de casa.

-Ya estoy aquí. -Dije con voz amarga. -¿Hay alguien?

-¡Hola hermanito!

Por desgracia si, había alguien...
-¿Que tal el día, Tojino?

-Bien, Kushiri, ¿ha llegado ya papá?

-Si, te estábamos esperando para comer, mamá compro sushi.

Bueno,algo es algo, por lo menos no tomaré sopa asquerosa de la vecina hoy también.

-Hola papá.

-Hola.

Mi padre es un hombre frío, apenas nos vemos, y el poco tiempo que estamos juntos hablamos por monosílabos. Me pone nervioso, ya podría disimular un poco ese odio que me tiene.

-Hola hijo, ¿que tal hoy?

-Bien mamá, un poco aburrido pero bien.

Cuando giré mi vista vi a mi padre observándome fijamente.

-¿Que pasa?- Dije.- ¿He hecho algo malo?

-Llegas tarde.

-He acompañado a Kamomo hasta su casa, disculpa.

Mi padre frunció el ceño.

-Llevamos un rato esperándote, ¿que te crees, que puedes hacer esperar a 3 personas a que coman porque te ha salido de la polla acompañar a ese gordo?

-Cariño, ya está.

Intentó calmar mi madre.

-¿Que mierda te pasa ahora? Que te vaya como el puto culo en el trabajo no es mi problema, así que no me vengas con gilipolleces de que si llego tarde o no se que. Vengo cuando tengo que venir y punto.

-Hermano...

-¡A callar!- Dijimos mi padre y yo al unisono.

-Estoy hasta la polla de que te comportes como un niñato Tojino Kudomo, y yo que tú respetaría un poco más a tu padre, porque es el que trae dinero a casa. De no ser por mi, estarías pidiendo en la calle. Aunque ahora que lo pienso no te estaría mal, así a lo mejor ganas algo de humildad.

-¿Que coño sabrás tú de humildad? Eres un salaryman y te crees el dios del mundo o algo así. No eres más que un viejo gilipollas que intentas llegar a algo en la vida pero como eres un fracasado no puedes, y pagas dicho fracaso conmigo. ¿Que te he hecho para que me trates así? Saco buenas notas, ayudo en casa, muchas veces no salgo de esta pocilga solo para estudiar, y cuando no tengo que estudiar, también me quedo para ayudar a mamá. ¿Y tú? De bares después de trabajar. Llegas a las tantas y nos despiertas con tus berridos de alcohólico. No eres más que un estorbo social.

Papá se levantó precipitadamente y me dio un puñetazo en el mentón, tirandome al suelo.

-¡Basta cariño!- trató de pararle mi madre.

Mi padre la apartó de un empujón y me agarró de la camisa.
-Ahora, repitemelo, vamos, dime eso otra vez.

-¡Papa ya basta por favor, dejalo en paz!

Mi padre me siguió golpeando en la cara durante un largo rato más mientras me seguía chillando. Logré empujarle y chocó con la mesa, tirando todo al suelo. Me abalancé sobre él y le pegué una patada en la barriga. Antes de que pudiese volver a golpearle, esta vez en la cabeza, mi hermana me apartó.

- Ya está por favor- dijo entre lágrimas- no os pegueis más.

Kushiri me abrazó mientras seguía llorando. Mientras tanto mi madre atendía a mi padre, que trataba de recuperarse del golpe.

-¡Sois todos una mierda, lacras sociales, parásitos! ¡Ojalá te peguen a ti una paliza en la calle viejo de los cojones!

- Y ¿por que no me la das tú?

Mi mirada transmitía aún más odio que de costumbre.

-Te la daría, pero no quiero acabar en un juzgado por asesinato.

Tras eso aparté a mi hermana y me fui a mi habitación.

SilkenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora