Dia 21. Cuarto y juego.

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Alguien me tiró un cubo de agua helada. Abrí los ojos y vi frente a mi a Mirka. Veía perfectamente su rostro. Estaba quemado por el lado derecho y llevaba un parche en el ojo de ese mismo costado.
Su cara rebosaba muerte. Era como tener a la mismísima parca.

-Ya era hora de que despertases maldito vago.

-Hi...jo...

Antes de que acabase mi frase, me golpeó en la nariz.

-No te he dado permiso para hablar.

Estaba atado de pies a manos a una silla de madera. Me costaba mucho seguir con los ojos abiertos. Iba a morir, lo sentía, notaba como la vida se me escapaba de entre los dedos.

-¿Te mueres? Jajaja, tranquilo, no te voy a dejar morir plácidamente, primero te torturaré un rato, me divertiré contigo.

A su lado había una mesa metálica, y encima de ella, un montón de herramientas. Alicates, un martillo, destornilladores de distintos tamaños, tijeras...

-Veamos... ¿Por qué te gustaría empezar primero?

Mi corazón se aceleraba por cada segundo que pasaba retenido en esa lúgubre sala.

-Te estoy haciendo una pregunta Tojino.

-No... No, por favor...

- Bueno, pues elegiré yo... Meh, en realidad no tengo muchas ganas, quizás mañana.

Tras esto se dio media vuelta y cerró la puerta.
Estaba a punto de volver a perder el conocimiento cuando escuché un estruendo, seguido de varios disparos.
Traté de soltarme, pero estaba muy bien atado.

-Mierda...

Tenia muy pocas fuerzas y las estaba desperdiciando en intentar soltarme.
Miré a mi alrededor y vi que aún estaba allí la mesa con herramientas.
Me fui acercando a trompiconallí cuando llegué traté de alcanzar las tijeras, pero justo entró Fumoari.

-Te vienes conmigo.

Me cogió junto con la silla y me sacó de allí. Recorrimos todo el pasillo y bajamos por las escaleras hasta el parking.
Justo cuando me iba a meter en una camioneta, un disparo retumbó por todo el aparcamiento. Fumoari me soltó de golpe y caí estrepitosamente al suelo. Miré y vi que una bala atravesó el pecho de ese grandote.
Fumoari se giró y vio quien le hizo esa herida.

-¡Tokuari!

No puede ser, le iban a amputar la pierna.

-Vaya con el gigantón, que traidor de mierda eres.

Tokuari siguió disparándole hasta que Fomuari cayó al suelo.
Seguía vivo, pero estaba al borde de la muerte.

-¿Estás bien Tojino?

-¿Como voy a estar bien, gilipollas?

Cortó las cuerdas con su navaja y me ayudó a levantarme. Miré su pierna, y descubrí que no la tenia, era una ortopédica.

-Toma, coge la pipa.

Me dio una pistola y el cogió otra.

-¿Y los demás?

-Buscando a Mirka.

-¿También está Matt?

-Si, y Minote y Jishiari.

Subimos nuevamente y allí nos esperaba Minote.

-Joder, ¿Tojino, estas vivo?

-Muy graciosa...

-Tokuari, despeja el camino, yo ayudo a Tojino.

Minote puso mi brazo sobre sus hombros.
Ya me encontraba algo mejor, había recuperado fuerzas, y aparentemente la herida no se abrió mucho.

-Todo limpio por aquí chicos.

Tokuari se giró un momento y algo lo atravesó desde la espalda.
Miró su pecho y observó como una especie de tubo.

-¡Tokuari!

Él cayó de rodillas y vimos como Fumoari fue el responsable de tal atroz acción.
Fumoari cayó también al suelo, pero de espaldas, y murió.
Minote me soltó y fue corriendo hacia donde estaba Tokuari.
Casi caigo al suelo, pero conseguí mantener el equilibrio gracias a la pared que había a mi izquierda.

-Mierda, como duele...

Tokuari tosía sangre y sus ojos se iban cerrando poco a poco.

-¡Por favor Tokuari, no te mueras!

-Minote... Antes de irme... Quiero decirte que creo que eres una chica maravillosa, llena de luz y que rebosas amor y alegría. De veras espero, que al contrario que conmigo, esa luz de la que te hablaba antes nunca se apague. Gracias, gracias por existir y por haberte hecho mi amiga, pues este asqueroso mundo me parece hermoso con tu sola presencia. Minote...yo...

En ese instante dejó de hablar y entonces supe que se había ido. Minote lloraba desconsoladamente.

-No... ¿por qué?

Sus sollozos me llegaron al alma, y aunque Tokuari nunca me cayó bien, he de admitir que su muerte me dolió más de lo que realmente pensé.
Me acerqué a Minote y me agaché para poder abrazarla.
Sus lágrimas recorrían mi ropa.

-Tenemos que irnos.

-No quiero irme... Solo quiero llorar...

- Por favor, levantate, no quiero que tú también mueras. Eres la única que me queda.

Antes de irse, Minote cogió la navaja de Tokuari y la guardó en su bolsillo.
Ella se levantó y me ayudó a seguir caminando hasta la salida. Allí estaba Matt esperándonos, mientras los demás policías seguían disparando.

Nos metimos en un coche patrulla.

-¿Que ha pasado con Tokuari?

-Matt, Tokuari a muerto.

No dijo nada. Tan solo arrancó el coche y nos llevó de vuelta a la comisaría. Su ceño fue fruncido durante todo el camino.

-Ese cabrón... Cuando lo encuentre lo mataré yo mismo.

Decía Matt.

-No pienso dejarle vivir ni un día más...

-Matt, por favor, no quiero seguir hablando del tema.

Llegamos a la comisaria, alli atendieron mis heridas, que por suerte no eran muy graves.
Después me iba a ir a casa, cuando...

-Tojino, espera...

Era Minote.

-Por favor, ¿me puedo quedar a dormir a tu casa?

-¿Y mi hermana?

-La tiene Matt, no te preocupes.

-Entonces si, puedes venir.

Cogimos un taxi y llegamos a mi apestoso hogar.

-Ponte cómoda, si no te apetece dormir conmigo, tienes el cuarto de mis padres libre. Yo dormiré en mi cuarto.

-No, espera. En realidad si que me quiero dormir contigo... No tengo ganas de quedarme sola.

Me puse el pijama y me metí en la cama.
Minote llegó al rato, en sujetador.

-Lo siento, pero no me apetece follar hoy.

-Lo suponía, no pasa nada, a mi tampoco me apetece.

Se metió en la cama y me abrazó.

-Tojino...

-¿Que pasa?

Se acercó a mi y me besó en la mejilla.

-Te amo. Por favor, no te mueras como Tokuari. No quiero perderte a ti también.

-No esperaba que fueses tan pastelosa... Pero bueno, no te preocupes por eso, no lo haré.

Tras eso me apretó entre sus brazos y me dio otro beso en la mejilla.

-Que descanses Tojino.

-Hasta mañana.

SilkenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora