Capítulo 11: I'm Happy Just To Dance With You.

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Evan.

Con Prudence era tan fácil hablar de cualquier cosa, por muy tonto o ridículo que pareciera algo, sabíamos que podíamos confiarnos todo.
Un día mis reunimos para ver una película en su casa, entre ella apareció una comedia romántica y ella puso cara de asco
—¿Qué tienes contra las comedias románticas?-—dije riendo
— Nada, solo que prefiero las historias de amor sin final feliz, son más realistas.— siguió buscando hasta que encontró una de ciencia ficción llena de alienígenas.
Casi a la mitad de la película añadió:
— Sabes que ha habido avistamientos de ovnis cerca de aquí ¿no crees que sería genial ver uno?
— ¿Así que crees en ovnis pero no en el amor?— Pregunté incrédulo.
— Así es, amigo mío.— Dijo en el tono de voz más serio posible.
—¿Cómo es eso posible?— Seguía sin creer lo que decía.
—Bueno, es más probable que te topes con un alíen que con el amor.—  Dijo amargamente.
— Sabes no me creo eso de que jamás te has enamorado.— En cuanto dije eso ella puso los ojos en blanco.
— Bueno, hubo un tiempo en que creí estarlo.—  Reconoció. 
— Háblame de eso.— Quise saber más.
—¿En serio quieres que te cuente?— Dijo dudando.
—Si, ¿Por qué no? Tengo curiosidad.— Conteste, dentro de mí sentía una mezcla de curiosidad y celos.
—Bueno fue un amigo de la infancia, poco antes del divorcio de mis padres me dijo que le gustaba y me dio mi primer beso, fue mi primer novio, pero no duro mucho.—  Al oír esas palabras mis celos crecieron.
—¿Por qué terminó?— Pregunté.
—Ambos dejamos de creer en el amor. —  Su voz sonaba un tanto triste. 
— Algún día recuperaras la fe en el amor.—  Dije esperanzado.
—Es fácil para tu creerlo, soñar con lo que tus padres tienen, una carrera universitaria, conocer a alguien, matrimonio, familia y toda esa porquería y, después ¿Qué? Disculpa si no estoy de acuerdo contigo en esto, es solo que no imagino una vida como esa, es difícil hacerlo cuando ves a tus padres destruirse, no vi a mis padres demostrarse afecto desde pequeña, poco antes de su divorcio dejaron de dormir en la misma habitación, no podían ni siquiera estar en el mismo lugar sin que las cosas se pusieran tensas, perdón pero si eso es el amor prefiero no encontrarlo.— Al parecer la había fastidiado.
—No creo que eso te pase a ti, no cometerás los mismos errores.—  Quise hacerla sentir, mejor pero esas palabras no funcionarían en ella, así que guarde silencio por un rato, entonces ella tomó la palabra:
—No pienso arriesgarme, Evan. Algunas personas te apuñalan solo por el placer de verte sangrar y no pienso dejar que me lastimen o yo lastime a alguien, tú deberías hacer lo mismo.
Los ojos azules de Prudence se dirigían al vacío, en ellos podía leer inseguridad, fragilidad. Eso era algo que Prudence no dejaba ver muy seguido.

Dear PrudenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora