Capítulo 5: I want to tell you

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Prudence

Muchas veces en mi niñez veía a mis padres y pensaba que se amaban, que eran la pareja perfecta, no podía ni imaginarlos con otra persona, eran el uno para el otro, destinados a estar juntos para siempre porque el amor es así ¿Cierto? El divorcio de mis padres me demostró que estaba equivocada.
Caminaba con mi madre por la calle cuando un hombre la detuvo.
—¿Elli?
—¡Gerard!
— No sabía que habías vuelto a la ciudad. ¿Hace cuánto que no nos veíamos? ¿Cerca de veinte años?
— Ha pasado mucho tiempo.
— ¿Y qué has hecho en todo este tiempo?
— Me divorcie y ahora vivo aquí ¿Que has hecho tú?
— Yo también me divorcie hace cinco años. ¿Ella es tu hija?
— Si, es la mayor. Prudence, él es el Dr. Gerard Greene.
— Mucho gusto, Prudence.— El Dr. Greene me dirigió una sonrisa y después le pregunto a mi madre su tenía más hijos, hablaron de Julia y del hijo del Dr. Greene llamado Dylan de 17 años, resulto que el Dr. Greene trabajaba en el mismo hospital que mi madre.
El nombre de Gerard Greene me resultaba familiar. Me esforcé por recordar en donde había oído hablar sobre él. Siguieron platicando por lo que me pareció una eternidad, intercambiaron números y quedaron de salir algún día
Después de unos minutos descubrí la razón por la que su nombre me resulto familiar. Un día encontré en una foto de mi madre y un hombre, ambos lucían de no más de quince años, al reverso había escrito un mensaje firmado por Gerard Greene, cuando le pregunte a mi madre solo me dijo que era un viejo amigo, pero ahora que se habían reencontrado me daba la impresión de que había algo más.
Una vez que estuvimos en la casa decidí preguntarle a mi madre sobre Gerard.
— Y, ¿Quién es ese hombre que encontraste en la calle?
— ¿Gerard? Sólo un viejo amigo.
— ¿Eso es todo? ¿ Un viejo amigo?
— Si eso es todo, no sé qué esperabas que te dijera.
No hice ningún comentario más al respecto, supuse que si alguna vez hubo algo entre ellos mi madre no estaba interesada en retomarlo ahora; ella debería saber que solo le romperían el corazón, ella debería saber que el amor no existe.
Esa noche revise mi correo antes de dormir con la esperanza de encontrar algún mensaje de mi padre, pero no encontré nada, habían pasado meses desde la última vez que lo había visto, sin embargo, el parecía no notarlo.

*****
Evan

Es increíble la manera en que alguien aparece en tu vida para ponerlo todo de cabeza. Antes de conocer a Prudence no me habría ni imaginado que me atrevería a hacer tantas cosas. Cuando veía a Prudence era como si me armara de valor para hacer cualquier cosa y sin embargo, no podía decirle lo que sentía por ella.
Un día Prudence se acercó a mí y me tomo de la mano, me llevo a un lugar cerca del gimnasio de la escuela, saco un cigarrillo y lo encendió.
—¿Qué haces? ¡No podemos fumar dentro de la escuela!
— Relájate, Evan.
El timbre sonó anunciando el final de la hora del almuerzo.
— Debemos irnos, la clase esta por empezar.
— Tú y yo nos quedaremos aquí.
— Pero...
Prudence puso los ojos en blanco. Se oyeron unos pasos pero a Prudence pareció no importarle, saco otros dos cigarrillos me ofreció uno y lo acepte, en cuanto comencé a fumar sentí como mi garganta se irritaba y tosí.
— ¡Shhh! Nos delataras- dijo Prudence con aparente calma.
— Sr. Shepard, Srita. Pearson.
Al oír la voz del profesor Brown mi primer instinto fue esconder la cajetilla en mi mochila.
— ¿No deberían estar en clase?
Prudence y yo permanecimos en silencio. El profesor inhaló exageradamente a nuestro alrededor.
- ¿Acaso huele a cigarrillo?
Seguimos en silencio
— ¿Puedo revisar su mochila, Srita.?
Prudence le ofreció su mochila, cuando no encontró nada, el. Profesor volvió su mirada hacia mí y no tuve más remedio que dársela.
El Sr. Brown confiscó los cigarrillos y no dijo más.
Cuando llegue a mi casa mi madre pudo percibir el olor del cigarrillo.
— Evan, ¿Fumaste?
—¿Que? ¡Claro que no!
Me miró molesta y decidió castigarme.

Dear PrudenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora