Capítulo 38

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Parpadeé tres veces ante la imagen de esta mujer, al ver mi rostro confundido y desaliñado, se sentó a la par mía y me explicó.

-Nos conocimos hace 8 años, nos casamos hace 3, pero, bueno, las cosas no han sido fáciles, como todo... En fin, ¿cómo está él?

Seguía sin poder pronunciar palabra alguna, creo que mi cara de volvió pálida y en un segundo me llene de vergüenza, ¿cómo pudo haber dejado que lo besara así, llevarme té y ser tan lindo si estaba... casado? Es un patán, egoísta, infeliz, estúpido, imbé...

-Cariño, ¿estás bien?- dijo la rubia a mi lado.

-Si, Si... Bien y... Si, bien.- le dije haciendo un esfuerzo sobrehumano para ocultar mi coraje. Está bien, Liz. Todo está bien, relájate. Cuenta hasta diez:

1...

2...

3...

4...

-Familiares de Ulises...- dijo la doctora que nos recibió en urgencias, rápidamente y como acto reflejo me pare para estar a su altura, y la rubia treintona siguió sentada como si nada malo la acechara.

-Si...- dije y fui interrumpida.

-Si, soy su esposa, dígame doctora... Bailey, ¿cómo está él?

De mi boca salió un suspiro irritado y fije mi completa atención en la doctora "Bailey" -me imaginé a mí misma diciendo "Bailey" imitando esa voz tan irritable de la rubia-

-OK, se encuentra estable, hemos logrado establecer su temperatura corporal a una normal, ahora mismo se encuentra el una habitación, lo hemos pasado a cuarto, es un verdadero alivio que este bien, de verdad, él es muy fuerte- Una oleada enormemente enorme invadió mi cuerpo y me sentí muchísimo mejor cuando el nudo de mi estomago cedió, abrí la boca para decir algo pero, al parecer, Bailey me leyó los pensamientos- Habitación B-12 piso dos- susurró hacia mí y me guiñó el ojo, sonreí olvidándome de todo lo que acababa de pasar y salí corriendo hacia el elevador. Presioné el botón unas cinco veces y al ver que no abría, corrí hacia las escaleras, las subí lo más rápido que pude y llegué al segundo piso, y busque la habitación B...12.

-B15... B14... B13...- susurraba al leer las letras grabadas en las placas de las puertas de las habitaciones mientras caminaba a paso rápido. El alivio, la emoción, el coraje, la frustración, se apoderaba de mi, los pasos se hacían cada vez más lentos y lo escuché, un sonido agudo, poderoso se adueño de mis oídos, el sonido que hace esa máquina, la que nadie quiere escuchar en su vida, no en persona, ese sonido que te indica cuando el corazón de una persona ha dejado de latir, mis ojos se empañaron por las lágrimas y enseguida me asomé por la ventana del cuarto de donde provenía el sonido sin ver la placa, y me rompí.

¿Te equivocaste? [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora