Capítulo 39

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Las lágrimas pararon, y el alivio inmenso me invadió de nuevo, los nervios me habían hecho avanzar un cuarto más del que debí, la paciente del B11 había fallecido, era una ella y no un él, no mi él. Eso me trajo felicidad indebida, era cruel que me llenara de felicidad ante el fallecimiento de alguien pero, me sentí así, regrese diez pasos hacia atrás (pasos largos) y gire la perilla de la puerta, no sin antes comprobar que efectivamente, era el cuarto B12, y si, lo era. Abrí la puerta con la vista en el suelo y la levanté lentamente, recorrí la habitación entera hasta que mis ojos se posaron en el hombre recostado en la cama durmiendo -no tan cómodamente- en la camilla de la habitación, cerré la puerta de tras de mí y avancé hasta el banco que estaba a un lado de la camilla, me senté y posé mis manos sobre una de las suyas. No dije nada, simplemente me concentré en él, en su rostro, sus manos y los cables atravesando sus venas, su cuerpo descuidadamente acomodado en la camilla, su cabeza ladeada, su boca entre abierta, su barba asomada en su mentón, su pecho agitándose una y otra vez arriba y abajo, lenta y coordinada mente, su cabello revuelto, era... como estar, dentro de un sueño, viendo, solo observando, sintiendo el tiempo irrealista, como si fuera una mentira, como si fuera ficción, pero no lo era, y esa era la mejor parte de la película, que no era una película, esto es real, lo que tenemos es real, mis sentimientos por él son reales, él es real, yo soy real, y me importa una mierda lo que haya dicho aquella mujer, yo sé que él también siente algo por mí, aquel beso fue real. Y verlo aquí, recostado en su sueño profundo es tan real como maravilloso, se siente tan bien verlo vulnerable, verlo tan natural, durmiendo como si no lo hubiera hecho en años, simplemente es... perfecto. Solo eso, hermoso y perfecto.

¿Te equivocaste? [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora