Capítulo 42

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No he visto a Ulises en las ultimas dos semanas, tampoco a Leo.

Salí de mi casa, dispuesta a correr, quería retomar mis actividades. Y me encontré a Leo afuera de su casa. El sol apenas se estaba ocultando.

-Hola.- le dije para saludarlo.

-Hola.- dijo cortante.

Desvié mi vista hacia el pasillo, supongo que el no quería hablas conmigo, aunque no sé la razón, estaba enojado o enfadado.

Iba a dar un paso pero su voz me interrumpió.

-Liz...- cayó un seguido.- ¿Quieres tomar algo?

dirigí de nuevo mi vista hacia él y asentí.

Pasé a su casa y me senté en uno de los sillones.

Leo fue a la cocina a buscar algo de beber.

-¿Qué quieres?- preguntó.

-¿Tienes algo fuerte?- pregunté y escuché como se cerró un refrigerador. ¿Que planeaba darme? ¿Leche?

Leo regresó con dos pequeños vasos de cristal y una botella de algo no se lo que era exactamente...

Se acercó y se sentó en un sillón enfrente al que estaba yo y pude ver que era una botella de tequila.

sirvió porciones iguales en los dos vasos y me ofreció uno el cual tomé sin dudar y me lo empiné hasta que no quedó nada en el vaso.

-Oye, oye, tranquila... Vas a terminar en mi cama de nuevo si haces eso.

Le quité la botella de las manos y me serví más, y de nuevo me lo tomé hasta el fondo. Y lo repetí varias veces más.

Creo que esto era lo que necesitaba, emborracharme, olvidar todo por unos minutos.

-¿Entonces, me estas emborrachando para que termine en tu cama?- le pregunté con una sonrisa y una mirada retadora.

-No, jamás haría eso, soy estúpido pero no un cabrón.- me dijo con una sonrisa divertida.

-¿Por qué eres estúpido?- pregunté, sin duda el alcohol se me estaba empezando a subir.

Dudó unos minutos en contestar mi pregunta.

-Por lanzarte con mi hermano cuando te quería para mí. Igual no recordarás nada mañana.- dijo con sinceridad.

Y una risa salió de mi garganta.

-¿Cuando me querías para ti?- pregunté divertida.- Nunca me quisiste Leo, siempre te dio igual que yo respirara o no.

-No, no es así.

-Claro que sí. Una vez te aprovechaste de mí y amanecí en tu cama. Me hiciste sentir promiscua.

-No Liz, jamás me aproveché de ti. Estabas tirada alcoholizada en la puerta de tu casa, y te traje aquí para que descansaras es todo.

No dije nada, yo seguía bebiendo.

¿Te equivocaste? [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora