15. Denbora ¿no es nombre de chica? (Wes)

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15. Denbora ¿no es nombre de chica? (Wes)

Me desmayé. Punto. No tenía ni idea de por qué (la verdad, no me sentía tan mal), pero caí al suelo inconsciente.

Desperté en la isla "no-tan-isleña". Sí, no os fallan los ojos; he vuelto al lugar de mi pesadilla. Sólo fallaban un par de cosas:

· No había templo de mármol y plata en el centro de aquel pedazo de tierra.

· La chica que estaba a mi lado no era la que me atacó la última vez.

· ¡Ah, sí! También podía oír el chapoteo del agua y el canto de los pajaritos; el lugar no estaba mudo esta vez.

Dudé si hacerle notar a la chica, de largos cabellos blancos y ojos de un azul platinado, que yo me encontraba a su lado; parecía absorta en el agua que goteaba de sus pies. Sin embargo, ella percibió mi presencia:

— ¿A qué es precioso?— preguntó al aire—. Antes de que lo contaminaran, antes de ese estúpido templo que convirtió Inorenlur en una atracción turística— había cierta amargura en su tono de voz—, esto era un paraíso. Eso es el pasado, ¿no es así? Menos mal que ese pequeño inconveniente no ha evitado que nuestra reunión sea ahora. Soy Nuria, encantada.

Vale, me había logrado confundir. Es decir, ¿de qué hablaba esa chica? ¿Quería decir que estábamos en el pasado? ¿Cómo? Millones de preguntas de ese estilo pasaron por mi mente. Sin embargo, en vez de preguntar, lo único que se me ocurrió fue estrecharle la mano y decir:

— Wes; un placer conocerla— ya, luego iré a por el premio del más atontado del año 2016; no hace falta el recordatorio.

— Ya lo sé, tonto— huelga decir que me sorprendió que me conociera. Al principio, pensé que lo decía para quedar bien (a pesar de llamarme tonto); la teoría quedó desplazada al escuchar lo siguiente—; después de todo, soy tu antecesora, la anterior "denbora".

Me quedé con cara de idiota (sí, más que la que tengo en un día normal). Y, como imbécil que soy, dije lo siguiente:

— Pero... ¿Débora no es nombre de chica?— no sabía que decir y no podía dejar que el silencio incómodo se prolongase demasiado, ¿entendido? Sé que ha sido una chorrada como una casa.

Nuria se echó a reír. Honestamente, no la culpo; había sido una tontería.

O eso creía.

— ¡Yo pregunté lo mismo la primera vez!— gritó entre carcajadas.

— ¿De verdad?— pregunté, sorprendido porque mi supuesta antecesora (en este mundo no me fío de nada) hiciera esa pregunta.

— Palabra por palabra— respondió ella—. No tiene nada que ver, o eso dijo mi mentor hace cincuenta y pocos años— explicó. Dejé para otro momento el tema de que me acaba de decir que era bastante más mayor de lo que aparentaba y me concentré en lo que decía—. Al parecer, es un título que se le da a uno de los dos de la pareja Denborazioa, las reencarnaciones de los creadores del universo; el título del guardián del tiempo. Bueno, las giltz también ayudaron en eso de "crear el universo", creo— me mordí la lengua; cuando lo oí por primera vez, pensé que el término giltz era un insulto. No lograba recordar a quien se lo dijeron, pero sé que lo tengo escuchado de alguna parte—. Además, creo recordar que hubo una explosión gigantesca por alguna parte, o una onda expansiva, o algo así. No sé, Alberto era mejor en esto de memorizar; ya le preguntarás lo que quieras a su sucesor o sucesora— al parecer, se acordó de un detalle porque añadió—: también hay libros, si gustas.

En ese instante me empezó a doler el cuello. Sentía que me ahogaba, otra vez. El lago se había embravecido de nuevo.

— ¿Qué?— cuestionó Nuria, intentando apartarse del agua sin éxito; más que asustada, parecía furiosa—. Olga, ¿aún sigues enfadada? ¡El don de la profecía no es para tanto! ¡No seas cría!

¿Vosotros entendéis de qué va esto? Porque yo no pillo ni media palabra.

En eso, el sueño comenzó a deshacerse; la imagen se volvió borrosa y lo último que vi fue a Nuria siendo arrastrada por las aguas. Bueno, también creí oír "Por cierto, Olga te quiere muerto", pero me da que fueron imaginaciones mías (o eso espero).

Me desperté bañado en sudor frío. Me dolía el cuello (eso era ya una costumbre) y otra parte del cuerpo, la mano derecha. Se encontraba vendada. Supongo que no es raro que esté en un hospital.

Me levanté de la cama con cuidado, retirándome los cables que me unían a la habitación (era muy raro, ya que esos cables suelen estar clavados en la piel con agujas; éstos solo eran pegatinas con un tubo. Magia, supongo). Salí por la puerta; logré minimizar el ruido, o eso creo.

¿Por qué me fui de mi cuarto en el hospital? Si te soy sincero, ni la menor idea; sólo quería tomar un poco el aire.

Caminé sin rumbo por los pasillos, un poco perdido (por no decir "perdido sin remedio alguno). Se me ocurrió volver a buscar mi cuarto, pero lo descarté; ese cuarto me agobiaba y, además, me recordaba lo que acababa de pasar.

Opté, a falta de opciones, por buscar a mi hermana; tenía que hablar con alguien.

De camino, escuché sollozos. No soy un cotilla; sin embargo, la voz de la persona que lloraba se me hizo familiar y tuve que investigar.

En la sala 645, Shauna sollozaba encima de un chico en coma. La puerta estaba abierta, así que entré.

— ¿Quién es?— pregunté. Ella pegó un saltito, consecuencia del susto. Se secó las lágrimas con los mitones que cubrían sus manos.

— Alexander; un amigo— respondió ella, aunque su tono de voz al decir su nombre delataba algo más.

Sin embargo, no tuve tiempo para indagar en ese "algo". Una nueva tanda de lágrimas amenazaba por exteriorizarse y no lo iba a permitir. No sé qué narices se me pasó por la cabeza, pero la abracé; era inevitable, no soporto ver sufrir a la gente que me importa.

— Ya, tranquila, ya pasó— parecía que le hablaba a una niña pequeña.

¿Con qué me han drogado en este hospital? De verdad, no me lo explico.

¿Alguien adivina lo que dijo Shauna cuando pudo reaccionar? ¿No? Pues ya os lo digo.

— Wes... estás en bata de hospital.

Así es gente; me he estado paseando por el hospital en una fina bata y sin ropa interior.

Me moría de vergüenza. Logré tartamudear un "ummm, emmm, ¡adiós!" y me marché corriendo. Muy maduro, ya lo sé.

El caso es que no sabía a dónde ir. Rojo como un tomate y vestido con fina tela, corrí por el hospital sin orientación alguna.

Cosas del destino, llegué a la habitación de Layla justo a tiempo para oír a Aura afirmar:

— Pareces una aztierdi normal y corriente— suspiró, como siempre hacía—. Sé que no es verdad, así que desembucha; ¿quién demonios eres?

Un silencio sepulcral se extendió por la sala. Aura esperaba una respuesta y Layla no sabía que decir.

Por supuesto, yo tuve que romper la atmósfera. La puerta, en la que estaba apoyado para escuchar mejor, cedió y me precipité al interior.

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Maratón 2/2

Este maratón es en honor de los 300 leídos que tiene esta historia. ¡Gracias a todos!

La Cadena Infinita (Denborazioa #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora