Prólogo (Aura)

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Estoy soñando, seguro; este lugar, este extraño templo de piedra azul marina decorada con runas (ojo, anteriores a la lengua arcaica), de suelo adoquinado cubierto de niebla azul fosforescente, estas cascadas brillantes que no deciden de donde brotar (salvo la enorme del final, esa está quietecita en su sitio privilegiado), es completamente imposible que sea real. Y que yo diga que algo no es posible es bastante complicado (aún sigo intentando...bah, da igual; mi vida privada no interesa a nadie).

El templo tenía forma de pasillo; me invitaba a andar, a adentrarme en él. Pero no pude ni dar un sólo paso; mis pies descalzos estaban amarrados a los adoquines por una enorme cadena negra.

—Algún día, Aurora Grace, algún día recorrerás el templo del Leviatán; pero hoy no.

Aquella voz me sobresaltó; ni que decir había que esperaba estar sola en mi sueño. Pertenecía a una niña, creo que el doble de mayor que yo (tengo 6 orgullosos añitos), de cabellera cobriza rizada, tez morena y ojos verdes. Vestía un sencillo vestido verde que ondeaba (al igual que sus ricitos) como si corrientes invisibles lo empujaran.

— ¿Quién eres?— pregunté, dudosa. Odio sentir miedo, pero si un ser es capaz de entrar en los sueños de los demás es que es súper-ultra-poderoso.

—Kalea, la anterior "giltz"; o "giltz tarte", depende de cómo lo mires— no entendía ni media palabra (¿qué? Las palabras arcaicas se aprendían cuando empiezas a manifestar tus poderes; a mí, aún me quedan cuatro años). ¿Qué narices es un "giltz"? ¿Y un "tarte"? Eso último suena a tarta, pero dudo que tenga algo que ver—. No soy una amenaza para ti, si es lo que piensas; sólo estoy aquí para guiarte. Eso, y que no hagas explotar el espacio-tiempo. ¿Entiendes?

—Nasti de plasti— respondí con sinceridad. Esa tal Kalea me estaba dando un dolor de cabeza terrible.

Ella me sujetó la barbilla y puso mis ojos azules a su altura. Me miró un buen rato. Después, me alborotó mi cabello rubio, dejando al descubierto mis orejas picudas (¡no soy un elfo! Para vuestra información, no todos los elfos tienen orejas puntiagudas ni todo ser con orejas triangulares pertenece a la comunidad élfica; lo mío es sólo un capricho de la genética):

—Cuídate mucho, elfina—la miré mal, no me gusta que me comparen con ellos—. Vale Aura, no te gusta, lo pillo. Lo dicho: cuídate, lee las leyendas y, si necesitas que te aclare algo, susurra mi nombre tres veces con los ojos cerrados.

Iba a decirle que aclarar no se le da bien (ahora mismo no me he enterado de nada); pero, cuando iba a abrir la boca, el templo, Kalea, las cadenas... todo en general, desapareció.

Mis ojos se abrieron de sopetón e, inmediatamente después, fruncí el ceño.

Nunca me han gustado los hospitales y, por si no lo he dejado lo suficientemente claro, estaba en uno: entre paredes blancas (eso sí, con los típicos grabados de protección en la lengua arcaica), enterrada en mantas y con un montón de tubos conectados. Además, la mano izquierda me escocía horrores.

A mi lado, una niña morena cuyos ojos color miel, ahora plagados de lágrimas, conocía a la perfección levantó la mirada y gritó:

— ¡Aura, estás despierta!— Shauna Collins, mi mejor amiga y hermana de acogida, parecía eufórica. Yo estaba un poco (por no decir muy) confusa: ¿qué me había perdido? De repente, cambió el tono a uno de reproche—. ¿Sabes lo mal que lo hemos pasado papá y yo? ¡Casi mueres!

—Un segundo— la frené—, ¿qué casi muero?

No me lo creía; aunque Shony (como me refiero yo a ella) sea mi mejor amiga, tiende a exagerar un pelín las cosas. Vale...un pelín demasiado. No la culpéis; está rara desde que su madre...no me hagáis caso, da igual; el caso es que Shauna es paranoica.

—Sí: empezaste a brillar de color azul; comenzaron a aparecer espirales añiles alrededor de tu cabeza...emmm...como eran... ¡ah, sí! vórtices, según el doctor; y parecía que estabas perdiendo la solidez. No respirabas, Aura, parecías un cadáver...como mamá— al final lo ha acabado diciendo ella (menos mal, no quería tener que decirlo yo; ya tengo mis propias malas noticias) —. He pasado mucho miedo, Aura; pero, al final, han logrado estabilizarte.

"Bueno, eso explica lo del hospital" pensé.

—Por cierto, enhorabuena— añadió Shony. Arrugué la nariz, extrañada.

— ¿Por?

—No te has mirado la mano, ¿me equivoco?— replicó ella, arqueando una ceja. Shauna Collins: amiga, hermana de acogida y detective, al parecer; siempre me acaba calando.

Levanté la mano izquierda (la que me dolía y, además, con la que escribía), indecisa. Allí, entre el pulgar y el índice, me encontré con los cinco círculos en forma de M (o W, según como se mire) que sólo podía significar una cosa.

Mi poder había despertado; era la más joven de mi generación en ser marcada.

Ahora era un miembro de pleno derecho de la Cadena Infinita. Iban a cambiar muchas cosas a partir de ese día.

¡Hola! He vuelto, ahora con una trilogía. Espero de verdad que os guste.

La verdad, iba a subir el sábado, pero estaba de vacaciones y me quedé sin datos; lo subo hoy y ya, arreglado.

Aio (siento la tardanza),

Mireia

La Cadena Infinita (Denborazioa #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora