32. Idiomas indescifrables (Aura)

87 25 48
                                    

32. Idiomas indescifrables (Aura)

A ver, ¿por qué creíais que había acelerado el paso? Me había impacientado al visualizar el mar en el horizonte; después de tantos días, la Playa Antzin estaba a unos metros de mí y no podía continuar a la espera sin más.

¿Con sinceridad? Me esperaba que hubiera algún tipo de protección; la barrera no me sorprendió en absoluto. Es decir, era un sitio sagrado; era obvio que lo iban a defender. También era cierto que era la única que había visto venir el final del viaje.

— Cerrad la boca, par de pasmados, que os van a entrar moscas— reí al volver la mirada a los dos únicos que habían logrado traspasar la defensa.

— Es... es...— Layla no reaccionaba. Sentí el impulso de sacarle una foto a esa cara de boba que se le había pintado; sin embargo, lo encontré fuera de lugar al reflexionarlo.

— Esto no se parece a la descripción...— murmuró Wes, el más... digamos despierto de los dos. Como no había estado en la biblioteca aquel mediodía, era la primera vez que veía el paisaje; su comportamiento era normal, supongo.

La verdad es que a mí misma me había dado impresión en el instante de poner un pie en la arena cristalina e iridiscente. El baile de luces, la armoniosa lucha de las dos variedades de la ésta (la marina y la arenácea) por ganar territorio, el contraste de la gran roca rúnica con el resto del panorama... era muy distinto presenciarlo en persona que en una fotografía (por más movimiento que poseyera la que el poder de Layla nos mostró). No cabía duda del porqué de su estatus de leyenda.

Aún así, ya era hora de salir de ese maldito estado de ensimismamiento y ponernos a trabajar. Como no, me tocaba a mí aguar la fiesta; si me pagaran por cada vez que yo tenía que chafar algo, sería millonaria.

— Vamos— les insté, chasqueando los dedos de la impaciencia—, la entrada al templo del Leviatán no se va a encontrar sola.

Después de unos largos diez minutos (y dos cubos de agua sobre sus cabezas), sus mentes lograron asimilar que no se encontraban dentro de un sueño. Nos pusimos manos a la obra; ya habíamos perdido demasiado tiempo flipando en colores.

Teniendo en cuenta que nos encontrábamos en una zona protegida, por lo que los peligros imprevistos eran más bien peligros imposibles, coincidimos en que lo mejor sería separarnos. Layla se dirigió a la izquierda mientras Wes andaba hacia la derecha, dejándome a mí el centro y, por supuesto, la roca.

Estaba convencida de que aquella giganta negra (la roca, se entiende; no soy racista) ocultaba algo. Es decir, estaba en medio, cubierta de runas y sin duda parecía fuera de lugar. A pesar de las lapas que intentaban hacerla encajar, resaltaba cual pieza de distinto puzle; era más que obvio que no estaba allí de adorno.

En aquel momento, maldecía el no saber leer runas; me habría venido de perlas conocer el significado de los símbolos que adornaban al objeto de mi investigación.

Daniel sabía de runas, lo mencionó Kalea una vez. ¿Qué quien era ese? El antecesor de mi antecesora, el giltz que murió antes de lo estipulado por no sé qué fuerzas del universo y provocó el nacimiento de Lea. ¿Ya lo localizasteis? Genial, continuemos.

El caso es que su ayuda me vendría de perlas ahora mismo, frente a esos extraños símbolos que él sabía descifrar. Si tan solo pudiese hablar con él...

Un segundo, parad el mundo... a lo mejor, solo a lo mejor, era posible. Cerré los ojos, rogando que mi idea funcionara.

"¿Kalea? ¿Estás ahí?", llamé, esperando una respuesta. Al notar que ésta no llegaba, decidí probar otra vez. "¡Lea! ¿A caso me tengo que dormir para que me prestes atención?"

La Cadena Infinita (Denborazioa #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora