La Cadena Infinita (Denborazioa #1)

17. Pedazos de máscara (Layla)

17. Pedazos de máscara (Layla)

¿Qué había pasado aquí? Que alguien me lo explique, por favor; eso fue muy muy muy (¿suficientes "muy"?) extraño.

Primero, descubrimos que los tres (Aura, Wes y... bueno... yo, obviamente; tengo que estar en este puzle de alguna manera) estamos conectados por algo más que por sangre; una leyenda sobre no-sé-que teoría alternativa de la creación del universo. Hasta ahí, todo bien (sorprendente, pero bien).

Luego, Aura ha empezado a hiperventilar a la desesperada; parecía que, teniendo pavor a los fantasmas, hubiera visto uno (no digo que ella les tenga miedo; es solo un ejemplo para comprender mejor su reacción). Como es normal, nos hemos preocupado. Esto está bastante claro; no entiendo las causas, pero eso es otro tema.

Y al final (y esto sí que me ha dejado con cara de boba) ha gritado "¡No!" a pleno pulmón sin razón aparente (aunque nada en esta chica tiene razón aparente; hay que indagar para conseguir las causas) y se ha ido directa a la ventana. La intentamos detener, por supuesto; sin embargo, se deshizo de nosotros como si fuéramos un bolso de la temporada pasada (y eso sí que es denigrante).

¿Por qué narices se lanzó por la ventana? ¡Cómo si no existiera la puerta! Digo yo, ¿no podría haber salido como una persona normal? ¡Ni que mi hermano y yo fuéramos mala compañía! Vale, quizás mi gemelo fuera un poco pesado con el tema del deporte y todo eso del ejercicio (puaj, sudar por diversión; no sé como lo acepta la gente), pero yo soy un amor de persona (cuando me lo propongo, todo sea dicho).

— Emmm— Wes rompió el silencio que se había propagado por el cuarto (imaginaos el silencio como un perfume barato que alguien muy tonto, o muy apestoso, se ha echado encima; ¿ahora se entiende mejor?)—. Y, bueno, ¿qué hacemos?

Siendo honesta, no lo sabía. Aura había sido la que nos mandaba que hacer a cada rato; era molesto, no lo voy a negar, pero estábamos muy perdidos sin ella como líder.

Sin embargo, no pensaba exponer mis dudas. Puse la mejor mueca que me salió, que parecía decir "¿en serio me preguntas eso?", y afirmé:

— ¿No es obvio? Tenemos que vestirnos.

A veces no sé de donde me saco estas cosas, estos pequeños arranques de genialidad. No había dicho ninguna mentira (ya que estamos cubiertos con esas batas de hospital, tan finas que no podían considerarse ropa, y NO podíamos salir así) y, de paso, no había quedado como una idiota que necesita que le cojan de la mano para avanzar. Quizá me pasé de superficial, pero me da un poco igual; me hermano ya me consideraba alguien frívolo, así que no debería sorprenderle.

Pero, como podréis comprobar, el mito de que los gemelos sabemos en todo momento lo que va a hacer el otro es eso: un simple mito.

— ¡Tú estás mal de la cabeza!— me gritó. Vaya, no pensaba que le pondría tan furioso mi comentario. Parpadeé varias veces, incrédula—. Nuestra "prima" acaba de saltar por la ventana, ¿y tú pensando en ropa? Más tonta no se puede ser.

Para que conste, hizo las comillas con las manos; se ve que sigue sin aceptar a Aura del todo. Sin embargo, le preocupa; por eso será que reaccionó así.

Mira, ojalá me hubiese parado a analizar la situación de esa manera; creo que hubiera respondido de otro modo.

— ¡Te recuerdo que yo no he roto la puerta!— le solté, mientras mis poros exudaban enojo (sí, era enojo, no sudor; yo no sudo, y menos por tonterías como ésta) —. No creo que haya podido superar tu grado de idiotez.

— ¡Es distinto! ¡Lo mío fue torpeza y lo tuyo, un maldito cráneo vacío!— intentó defenderse; en vano, claro está.

— Lo que tu digas...— mascullé, rodando los ojos; odiaba esas discusiones infantiloides. Vale, no; las adoraba porque siempre acababa ganando. La verdad es que quería acabar de una vez con el griterío porque varios enfermeros se habían quedado mirando raro a nuestra habitación sin puerta; era bastante incómodo—. Si quieres, sigue con tus chorradas; yo voy a descubrir donde está nuestra ropa.