Capítulo 13: Thomas

50 5 3
                                    

Estoy en el inframundo, nunca he venido aquí, pero sé dónde estoy. En el jardín de Persefone, ella ha llegado hace un mes al inframundo por lo que las flores están en su máximo esplendor.

Me incorporo rápido y comienzo a caminar, lejos veo un laberinto de flores y parte de mi dice que debo correr y llegar al centro con rapidez, como si una cuerda tirara desde mi pecho hacia ese lugar, pero no lo hago.

Sigo el camino rocoso que guía hacia el palacio, sé que es eso lo que debo hacer. Las escaleras son difíciles de recorrer, pequeñas, con grandes saltos, para que las almas no lleguen a palacio, mis pies van sangrando, pero no siento el dolor que debería sentir.

Y de pronto veo todo, todos los dominios de mi padre, lejos, más lejos de lo que uno piensa se podría ver en las tinieblas, puedo ver a Sísifo cargar la piedra, castigo por su arrogancia. A veces los dioses son crueles, pero a veces no tanto. Pienso que su dominio es hermoso, sé que es un pensamiento poco usual, en general se piensa en el inframundo como un lugar horrible, pero siento después de mucho tiempo que estoy en mi casa.

Llego a las afueras del palacio y por primera vez en mi vida me inclino sin pensarlo, antes lo hacía por costumbre, en estos años había conocido a muchos dioses y había aprendido a temerles, pero esta era una reverencia de respeto, ante mi esta la figura de mi padre, nunca lo había visto antes, incluso Athina lo había conocido antes. Me inclina la mano y la tomo.

- He esperado largo tiempo por verte, siempre pensé que llegarías en paz a este lugar, pero fuiste atraído por la ira. Algo peligroso.

- Lo lamento padre – la vergüenza recorre mi cuerpo

- Es cosa del destino – me guiñe un ojo de forma espeluznante, me imagino que uno de mis profesores me está retando a los cinco años, pero al final me da un dulce, para no ser tan cruel – tu camino no es fácil, como el acantilado que acabas de subir, pero estas listo para recorrerlo, todas las cosas que nos pasan, nos hacen quienes somos y en algún punto te guían a tu misión en la vida.

- Pero solo pasan cosas malas en mi vida – replique en voz alta

Mi padre me mira con vergüenza, como si lo que hubiese dicho no pudiera entenderse mejor, ¿misión en la vida?, que clase de basura psicológica era esa. Odio cuando los dioses hablan en adivinanzas que podrían ser mil cosas, ¿mi misión en la vida es llevar el dolor de todos?

- El dolor Thomas, esta infinitamente subestimado, deberías aprender a quererlo

- ¿Está diciendo que mi vida es estar en dolor? – hace una mueca que no se si representa enojo o una afirmación. Entonces un siseo de serpientes comienza a escucharse

- Se terminó nuestro tiempo Thomas. Némesis sabe que estas aquí y ella no...ella debe mantener el equilibrio. Mi esposa, es más de estas frases, pero es importante que entiendas que las cosas pasan y el destino va cambiando. Te tienes que adaptar a eso, es la única manera de seguir y disfrutar de la vida que se te entrega, la eternidad en este lugar es larga para lamentarse de las cosas que dejaras de hacer en el mundo.

- No comprendo padre.

- Lo harás, recuerda Thomas, este es tu hogar, tú eres mi hijo y aunque nunca me has visto, yo siempre estoy cuidando de ti, recuerda, el dolor lleva a la oscuridad. – Toca mi pecho con una de sus largas, negras y podridas uñas y despierto al lado de Athina quien sigue dormida. Junto a mí. Su piel esta fría, sus labios, sus mejillas y su nariz están frías. La acerco más a mi cuerpo y la cubro más con la manta que hay a sus pies, es vieja y huele mal, pero creo que prefiere eso a morir de hipotermia.

Lejos veo a Adriana conversar con Apolo, ella como nunca y creo que es la primera vez que la veo con pantalones. Está usando un suéter de lana y me mira con ojos risueños, como si no hubiese visto lo que vio en la ilusión. Estamos en una chatarrería cerca de la línea del tren, fuera de nuestro perímetro hay nieve, lo que me parece raro porque cuando salimos del campamento era invierno, pero no estábamos cerca de navidad como para que nevara.

- Llevas dormido tres días – dice adivinando lo que quería preguntar – ¿quieres algo de comer?

- Si, por favor – se mueve entre algunas cosas y saca una sopa en tarro, apolo rueda los ojos antes y luego en sus manos hace esa cosa que Diana podía hacer, la sopa se calienta.

Me incorporo y Adriana se acerca a Athina para velar su sueño. Apolo me tiende la lata de sopa y aunque me quema un poco se siente bien en medio de este frio. Me miro y veo que mis manos van sanando de apoco.

- Es alta esa colina – dice Apolo como si supiera la escalada que hice hacia el palacio de mi padre. Hago un ruido con la garganta para indicarle que le escuche, me cuesta respetarlo como dios, quizás porque antes de eso los dos somos hombres y nuestro corazón quiere a la misma chica. – Athina no quería participar de lo que te hicieron.

- Lo sé, fui estúpido y no me controle – el piso parece un lugar interesante al cual mirar para esconder la vergüenza – sé que pude haberla herido.

- No debes culparte, sé que no querrías herirla nunca. Aparte ella confía en ti demasiado. Sé que la vas a acompañar bien en su viaje – y me pareció que se refería a otra cosa diferente a Roma.

- ¿Tú sabes si ... - dude en preguntarle – Diana ...está bien?

- No lo sé, la luz no vive en las sombras del inframundo y aunque con tu padre llevamos una buena relación, nosotros mantenemos el equilibrio. El equilibrio es importante o las cosas se destruyen.

Me parecía raro hablar con Apolo, él lucia como un chico del campamento, no brillaba como los otros dioses, por momentos pensé que estaba hablando con un amigo y me di cuenta que de esa forma era como Athina se sentía cuando estaba con él y por eso las cosas se habían comenzado a enredar tanto.

¿Cómo podía competir yo con un dios? ¿Qué podía hacer un chico de las tinieblas frente al mismísimo dios del sol? ¿Qué posibilidades había si Athina necesitaba calidez?



Amanecer de oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora