Amanecer de oscuridad

Capítulo 18: Selena

Cuando el dios apareció subió la temperatura y mi cuerpo lo sintió, lo que me hizo despertar.

Gracias a los dioses, me despierto en silencio para escuchar a Athina entrar en pánico.

- Te estas muriendo – el dios la mira espantado, roto, desesperado – junto a tiempo.

Siento mi corazón detenerse, saltarse un par de latidos, quedar petrificado.

- ¿Qué quieres decir? – la chica sigue llorando y con el fuego su piel se ve aún más plateada por las cicatrices. – no, no, no.

El dios la abraza y trata de secar las lágrimas de la chica, pero son remplazadas rápidamente por más y más.

- No me puedo estar muriendo, tú eres el dios de la medicina, puedes, puedes hacer que se detenga. – por la forma en que las palabras salían era evidente que ella sabía que el dios no podía hacer nada.

- Athina, mírame – la muchacha se las arregla para mirar al dios – tú lo sabias ¿verdad?

- No... no puede ser tan pronto – volvió a llorar desconsolada en silencio.

- Cariño, Athina, no será ahora, no aquí cariño, jamás lo permitiría.

- Hay tantas cosas que quiero hacer con mi vida. Tengo que hacer que mi madre este orgullosa de mí, de sacrificar su vida por mí.

- Ella debe de estar orgullosa.

- No, no entiendes, ella dio su vida por mí y lo único que hice fue lamentarme por años de que ya no estaba, hasta que fui forzada a ir a una misión que falle, desate una guerra. ¿Quién estaría orgullosa de mí?

- Cariño, yo estoy orgulloso de ti. Eres mucho más de lo que logras ver.

El dios la abraza y comienza un ritual hermoso que no puedo describir con las palabras correctas.

En mis tierras hay rituales hermosos, cientos, cada tribu tiene sus propios rituales y otros han sido compartidos durante generaciones y entre clanes. Pero siempre son humanos rogándole a la naturaleza, quien se manifiesta silenciosa e inesperadamente. Pero aquí.

El dios comienza a tocar puntos en los brazos, cabeza de la chica, mientras canta una bella melodía de cariño, amor, juventud, belleza, salud y sobre una joven a la que ama. Y la naturaleza responde de inmediato, el ambiente se hace más cálido, la luna comienza a brillar más, las constelaciones despiertan e iluminan la noche, los demonios retroceden, las hojas se comienzan a agitar de forma melodiosa, la tierra se vuelve más verde alrededor de ellos y poco a poco la chica comienza a recuperar un poco de color en su pálida y marchita piel.

Todos los elementos están respondiendo, el fuego crece y de pronto Apolo comienza a llorar, las lágrimas silenciosas se escapan de sus ojos cerrados.

La canción no es sobre Dafne como yo pensaba, el gran amor de Apolo que todos conocen, la mujer que prefirió convertirse en árbol.

Es sobre la chica frente a él, a la que se le escapa la vida y el siendo un dios no puede hacer nada más que comprar tiempo ya gastado.

Tiene la vida que ama entre sus manos y ve como se escurre entre sus dedos de manera desesperada, como se va a un lugar donde la luz no llega. La canción sigue así:

Te vas a ir donde las flores crecen con amor pero sin luz,

Donde no puedo seguir tu rastro de amor,

Querida no me dejes aquí donde no te podré alcanzar.

Quédate para siempre en mis brazos.

Te prometo días cálidos de amor infinito,

No me dejes aquí donde tu luz no me puede alcanzar.

Me sorprende que un dios se sienta así, más sobre una chica como ella, sin gracia aparente más que ser rescatada.

Y trato de imaginarla antes de todo y no lo consigo, tiene la tristeza tan fuerte sobre ella.

La canción termina y ambos siguen llorando en silencio.

- No le debes decir nada, no hasta que te muestre el camino. No debes olvidar eso. Por más que te tientes, no debes decirlo. Él no lo va a soportar.

La chica limpia sus ojos y asiente en silencio. Apolo se ve como un muchacho ordinario a su lado, queriendo mimetizarse con ella, con su mundo. Toma un mechón de su cabello y lo deja detrás de su oreja, pienso que la va a besar en los labios, pero suelta un suspiro muy cerca de ella y luego desaparece en el fuego.

Cuando la chica se calma, levanta la mirada hacia mí, desafiándome a hablar.

Siempre supo que estaba despierta.