Capítulo 14: "Sois unos mentirosos..."

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Observo con pánico la pantalla y su simple mensaje. Tomo una rápida respiración antes de teclear:

"¿Qué demonios Mia...?"

El corazón me late frenéticamente. Me recuerdo que simplemente no hay manera de que sepa algo. La respuesta llega rápidamente.

" que Ana estuvo en el puto hospital. ¿Cuando ibas a decirme, Christian Steele? 😡😡😡"

El alivio corre por mi cuerpo como agua fría. Falsa alarma. Ahora, ¿Cómo lo supo?

"Estaba con los chicos James. Tuvo un ataque de esquizofrenia. Nada grave y ya está afuera. ¿Cómo coño te enteraste? "

"Ahh! 😶 eso explica todo. Ella está bien? Cielo Santo. Recuerda que mi madre es pediatra, vió los archivos. ANA ESTA BIEN? 😭😭😭😭"

"Claro, lo olvidé. Saludos a Grace. Y , todos estamos algo alterados."

"Menos mal. Ya que mañana no hay escuela, Kate y yo iremos a verla. Chocolate y películas románticas por doquier. Será monísimo! 😻❤❤👫."

"Ugh. Como sea, eres bienvenida"

Hey! ¿Qué hay de Kate!"

"Captaste la indirecta, Mia. ;) "

":'( Estúpido Christian"

"Descansa también."

Apago la BlackBerry. Sé que Mia seguirá jodiendo. Me paso las manos por el rostro y maldigo entre dientes. Mia me ha pegado un buen susto.

¿Pero si no hubiera sido ella? ¿Y si una persona que no desconoce mi historia con Ana me hubiera mandado el mensaje? No preocupa mi reputación, a la mierda con todos. Pero Ana es muy sensible y que alguien la juzgara no haría más que deprimirla.

Sabiendo que mi hermana no me abrirá la puerta esta noche, me dirijo a mi habitación con pasos tensos y lúgubres. Tristes. Me he acostumbrado tanto a su tacto y calidez, que dormir sin ella me va a hacer un verdadero suplicio.

Unas cálidas manos detienen mi andar.

–Lo siento tanto –escucho que murmura. –Tanto, tanto.

La atraigo a mí y la beso salvajemente. No pone resistencia y en su lugar atrae mi nuca a sus labios, que por cierto saben de maravilla. Paso mi mano por su vientre y ella por mi espalda.

Ana P. O. V.

Llega un momento en el que Christian tiene que recargarme contra la pared para poder seguir. Suspiro en su boca y de un salto enredo mis piernas en su cintura. Sus manos empiezan a jugar con mis muslos, esta vez sólo me puse remera para dormir y así salí a buscarlo.

Le quito la camisa, él me quita mi remera. Desabrocho su pantalón y él juega con el borde de mis bragas. Yo lo beso, él me contesta con un apretón en el culo. Yo bajo su pantalón y él me quita las bragas, al fin.

Me detengo un momento a pensar.
Esto es mórbido, es prohibido. Es inimaginablemente placentero. Sus manos están en todas partes, las mías hacen lo mismo. Somos hermanos. Pero también dos personas que se aman.

No me siento como estúpida enamorada ruborizada, no. Me siento fuerte, segura, poderosa, sexy, hermosa. Es el efecto de Christian Steele.

Mi hermano.

Mi beso titubea un poco por eso, pero Christian baja sus labios a mi cuello y eso me hace gemir, retorcerme y olvidarme de eso.

Acaricia mis pechos con adoración y sin rodeos introduce su miembro dentro de mí.

Ah, maldita sea. ¿Dónde está mi fuerza y mi seguridad?

Contrario a todo, Christian no baja el ritmo de sus embistes o me pregunta si estoy bien. Sus golpes en mi se tornan seguros, fuertes, -justo como no me siento ahora-  llenos de pasión, lujuria, salvajismo. Empiezo a soltar un par de lágrimas silenciosas y jadeos pequeños  al compás de sus embestidas.

Sus labios encuentran mi pecho y con un nuevo ángulo empiezo a encontrar disfrute y esta vez jadeo de placer. Araño su espalda, tomo mechones de su pelo, y muevo mis caderas en su encuentro. Nuestros movimientos se tornan aún más fuertes y un par de segundos después nos estamos corriendo juntos.

Doy un último gemido y me relajo en sus brazos. Él hace lo mismo y me abraza.

Y, como suele pasar entre nosotros, nos damos cuenta de lo que ha ocurrido.

Le miro sin aliento, asustada y expectante. Christian me mira perplejo y saca su miembro de mí. Me da un beso en la frente y me envuelve con su camisa, que recoje del piso.

–Vamos a dormir –susurra y aparta la mirada. Yo atraigo su rostro al mío.

–Por favor, no te avergüences –le suplico –¿Estamos bien?

Christian suelta un suspiro frustrado.

–Te tomé como animal –suelta.

–Y me gustó –respondo con una sonrisa tonta. Christian niega con la cabeza, divertido, y toma la ropa del piso. Después me tiende la mano.

Está desnudo. Joder, malditamente desnudo. No parece importarle, mucho menos a mí. Estoy pletórica de felicidad.

Y sólo cuando me abraza por la espalda en la enorme cama parezco despertar.

–¿Christian? –susurro con pánico.

–¿Sí, nena? –murmura adormilado.

–Christian, no usamos condón.

Forbidden Love #TheGrey'sAwardsIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora