VIII

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Al día siguiente, no viniste a clase. Podía ver tu sitio vació.

Ella me pillo por el pasillo y me preguntó por ti. Le dije que no sabía dónde estabas, porque era cierto. Me acusó de mentirosa, y le contesté que no.

Ella siguió acusándome, empezó a alzar la voz. Toda la gente se nos quedaba mirando.

No sabía dónde meterme, era tímida y aquello me resultaba asfixiante.

Comencé a llorar y salí corriendo.

Sabía que tendría un nuevo mote al día siguiente, pero no aguante más la presión. Yo... era débil, tanto como un cordero, y la piel de lobo que me protegía no era nada mas que polvo por no atreverme a salir de debajo de las sábanas.


La chica depresiva. #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora