Conforme entramos, Alicia y Ruben, el novio de Alicia, están sentados en las escaleras. ¿Por qué siempre se pondrán ahí teniendo un hermoso y cómodo sofá?
- Anda que como sepa mamá que has llegado más tarde de lo habitual, vas lista - dice Alicia.
- Pero nadie le va a decir nada, ¿a que no? - le respondo.
Alicia se queda mirándome, como esperando a que le presente a Cristian. Se ha dado cuenta hasta él. Sus habilidades de discreción.
- Hola - se acerca Cristian a Alicia y se dan dos besos. - Soy Cristian.
- Hola - responde Alicia con una sonrisa.
Se dirige a saludar a Ruben, pero no le mira muy bien. Aún así, se dan la mano.
Empezamos a subir las escaleras, cuando ya casi estabamos arriba del todo, tenia que saltar Alicia.- Isabela, ¿puedes venir un momento?
Le miro a Cristian y bajo rápidamente las escaleras.- ¿Qué quieres?
- A este chico nunca lo había visto - me susurra.
- Es un nuevo amigo - le respondo, incómoda.
- Sabes que mamá los tiene que conocer a todos, ¿verdad que si?
- Pues ya lo conocerá - respondo rápidamente.
Vuelvo a subir las escaleras. Entramos a la habitación que utilizamos Alicia y yo para estudiar. Antes era una habitación llena de juguetes donde jugábamos a todas horas, pero mi madre lo organizó todo para poder estudiar allí, aunque todavía quedaban algunos juguetes. Y lo hizo sin mi consentimiento, pero bueno, siempre hace lo que le da la gana, aún sin ser algo suyo. Nos sentamos en las sillas y observo que le presta atención a la habitación. En cuanto termina, pone sus codos en la mesa y junta sus manos, seguidamente me mira. Ojalá no hubiera abierto la boca.
- Tu hermana es guapísima.
Me quedo mirándolo. ¿Me estás vacilando?
- Y su novio también.
Sonríe como un idiota. Ruben es mi mejor amigo. Extraño, pero cierto.
- Me ha mirado fatal - ríe - ¿cuánto llevan?
- Dos años y medio - respondo, seria. Demasiado está hablando ya.
- Copón - ¿copón? - Es mucho tiempo.
- Que pena que no puedas tirarle la caña, ¿eh? - me estoy empezando a molestar.
- Pues no voy a engañarte, si no tuviera novio, lo haría.
Me quedo blanca y lo miro incrédula. ¿A qué está jugando? ¿Me acaba de decir en todo el careto que le tiraría a mi hermana sabiendo que me gusta? ¿En serio? Pues no va a quedar así, chaval. Te voy a hundir la maldita autoestima, para que te me bajes un poquito, que se te ve subido.
- No eres el estilo de Alicia - contraataco.
- ¿Por qué?
- Pues porque no. ¿Sabes lo que es no ser el estilo de alguien? No le gustarías.
- Ah - responde, con tono de desilusión - Que buena respuesta.
- Además, Alicia y Ruben son los típicos que duraran lo máximo posible. Se han peleado mil veces y siempre lo han arreglado. Están hechos el uno para el otro. No tienes ninguna oportunidad.
- Pues como me alegro.
«Si, claro»
Decide dejar el tema cuando empieza de nuevo a echarle un vistazo a la habitación y coge una muñeca. No me esperaba que empezara a jugar con ella.
- ¿Se puede saber que haces? - le digo mientras me río.
- Es que en realidad siempre me ha entrado la curiosidad de como seria jugar con muñecas.
- ¿En serio te vas a poner a jugar con la muñeca con 18 añicos que tienes? - sigo riéndome.
- ¿Importa de algo la edad? - me responde, sin quitarle el ojo de encima a la muñeca.
- Pues, a ver, para esto, no sé.
- ¿Para esto?
- Coño, Cristian, son muñecas. Las muñecas son para que los niños y niñas jueguen, no tíos de 18 años.
- ¿Y qué?
- ¿En serio tengo que volver a explicártelo?
- Si algo te gusta deberías hacerlo siempre, tengas la edad que tengas, seas chico o chica, seas como seas, siempre tienes que ir a lo que te haga feliz. Que le follen a la edad.
Me ha callado. Podría decir algo más, pero creo que es algo que yo también habría dicho. Quiero pasarme de madura y soy una cría.