XVII

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Se le ve un chico macarra, como si no fuera la primera vez que se mete en problemas. No me a dicho nada, tampoco hace falta que lo haga.

- Ven conmigo - dije.

Empiezo a andar hacia casa. El chico viene conmigo. No voy a engañarme, de medicina no tengo ni puta idea, pero Alicia si. Yo sólo se desinfectar y poco más.

Andamos en silencio por la oscura calle donde mi casa se encuentra al final de esta. Le miro de reojo, le pillo mirándome.

- ¿Cómo te llamas? - pregunto.

- ¿Por qué te has metido? - responde rápidamente, con cierta chulería - No necesito la ayuda de nadie. Tampoco necesito que me cures.

Le miro. Tiene esa manía de mirarme como si siempre fuera la última vez. Como si estuviera memorizando cada detalle de mi, intentando descubrir en qué estoy pensando.

- Tranquilo, no hay por qué ponerse a la defensiva. Conmigo no tienes que hacerte el machito.

Sonrío con cierto sarcasmo. Sé que clase de persona es. Como él hay a patadas.
Vuelve a haber un incómodo silencio. Pero por poco tiempo.

- ¿Es verdad que tu padre es poli? - me pregunta, sonriendo.

Río.

- A no ser que se haya sacado el título en todos los años que llevo sin verlo, sí.

Lo noto sonreír. Otra vez.

Llegamos a mi casa y abro la puerta, donde se encuentran Alicia y Ruben, sentados en las escaleras. Como de costumbre.

- Alicia, ayudame con mi amigo que se a hecho una herida el muy imbécil.

Alicia me mira extrañada.

- A mi no me mires, no me lo dice ni a mi como se lo ha hecho - improviso.

Echa una rápida mirada a Ruben y, evitando hacer preguntas, coge el botiquín y le cura el brazo. Tras esto, le pone una venda, y le cura unas heridillas que tenía en la cara. No presté mucha atención en ver cómo lo hacia, me parece bastante aburrido. Me quedaba pensativa en mis cosas.

- Gracias - dijo el chico, serio.

- Ni gracias ni hostias, ¡a ver si tenemos más cuidado la próxima vez, guapo! - dije, aprovechando la situación de que podía decir lo que quisiera. Me parecía divertido.

Salimos a la calle y Alicia no tiene ni puta idea de lo que esta pasando, y Ruben menos todavía.

No me he parado a mirarle bien de cerca. Está mal que lo diga, pero si lo es se dice y punto. Dios, es realmente guapo. Tiene los ojos marrón claro, el pelo negro como el carbón y tiene buen cuerpo. Si, me he fijado en su cuerpo, y también me he fijado en algún tatuaje que otro. No parece mayor que yo, pero las apariencias engañan. Que me lo digan a mi.

- Me llamo Marcos - dijo.

- Pues encantada, Marcos - respondo - Evita meterte en problemas que un día te va a salir mal.

- Sé cuidarme solito.

- Se nota - intenté tomarme la situación con humor.

Me fijo en una cicatriz que tiene en el brazo. En cuanto se da cuenta de que la he visto se la tapa con la mano.

- Tranquilo. Yo también tengo cicatrices. Lo que pasa es que las mías, no se ven.

Me sigue mirando. No soy capaz de aguantarle la mirada. Ni a él ni a nadie. No suelo mirar a los ojos más de 3 segundos seguidos. Aunque cuando la ocasión lo merece, lo hago. Pero Dios, su mirada. Te hace temblar, te desestabiliza.

- Adiós - dijo, con seriedad, después de la situación de antes.

Se me había olvidado de que esos ojos pertenecían a alguien.

Empieza a andar hasta perderse en la oscuridad. Que cosa tan extraña me a pasado.

¿He mencionado la forma en la que me miraba?

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Cicatrices [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora