Caminaron unos tres pasos más, y Abraham decidió ir a otro local que estaba cerca, ya que el tenia mucha hambre y a estas horas en el centro comercial no habría casi puestos abiertos.Abraham miro de reojo a Kenia, de arriba a abajo, y pudo notar, esas cicatrices en sus pequeñas muñecas.
-Kenia.- la nombrada lo observó. -¿no te duelen?- pregunto señalando sus brazos. Ella se encogió de hombros y negó con la cabeza.
-Hace mucho dejaron de hacerlo.- observo sus brazos con una mirada nostálgica, esos cortes le recordaban tanto a su antigua vida, y a pesar que no eran buenos recuerdos, podía sentir nuevamente, como si tuviese una.
-¿Fue fácil para ti dejar de hacerlo?-
-Cuando comencé a dañarme, sabia que estaba mal, pero la sensación era...reconfortante, trate de dejarlo, pero se me era imposible, ya que cuando trataba de cambiar, los problemas aumentaban, pero luego, todo se volvió realmente fácil.
-Y...¿Cuando fue eso?- pregunto el chico con esperanza de que para el también se tornara fácil dejar de hacerlo.
-Cuando te conocí.
Abraham se detuvo a mirarla, una linda sonrisa se escapo de su rostro, él ya sabia que de cierta manera la había ayudado a dejar todo aquello, más nunca pensó, que el fue su salvación, que no simplemente fue una ayuda.
Le paso los brazos sobre su hombros, y la abrazo. Le dio un buen abrazo, de esos abrazos que alteran tu mundo y lo colocan de cabeza, esos abrazos que solo él, ese hombre con alma de niño, con un corazón mas grande que su cuerpo sabia dar.
Al separarse se miraron fijamente, él sentía desesperación por saber que se sentiría tener los labios de Kenia junto a los suyos, mientras ella, estaba esperando que Abraham la besara, pero nada ocurrió, solo se miraban fijamente, cada uno metido en sus pensamientos, tanto que al darse cuenta de como se miraban, todo se torno incómodo.
Siguieron caminado, hablando de algunas tonterías, pero ambos muy en el fondo seguían incómodos, lo notaron puesto a que su voz salia un poco temblorosa.
Por más que hablaron en el camino, Abraham no podía sacar de su mente las muñecas de Kenia, quería saber mas, tanto de sus muñecas como de ella, pero tampoco quería ser tan imprudente ni ponerla mas incómoda.
Al llegar al pequeño puesto, tomaron asiento, un mesero llego.
-¿Que desean ordenar?- Abraham y el mesero observaron a Kenia esperando a que pidiera.
-Oh, no, yo no comeré, gracias.- dijo esta amable, Abraham negó con la cabeza.
-Me traes por favor dos platos de spaghetti, y de tomar dos vasos de agua simple.- el mesero asintió y se retiró. Abraham miro a Kenia con una sonrisa burlona. -Espero que te guste el spaghetti.- dijo y soltó una carcajada. Kenia lo observaba directamente, con una mirada que fusionaba diversión con un poco de odio.
-Abraham.- comenzó, pero fue interrumpida.
-Abraham nada, tienes que comer, no me importa que ya hubieses cenado en tu casa, no venimos hasta aquí solo para que me vieras comer.- Abraham la miro serio, tanto que daba miedo, Kenia se puso a pensar que él se había enojado con ella, así que no dijo mas que un "esta bien" con la mirada baja.
Por primera vez a Kenia le habían traído primero el plato con la comida antes que su bebida, como usualmente hacen en México. Observó el platillo, y casi se le salen los ojos del rostro, era enorme, ella nunca podría terminarse algo así de grande.
Ambos comenzaron a comer, ella sin que Abraham se diera cuenta picoteaba un poco la comida, para simular que comía.
-Kenia.- la llamo Abraham, esta vez con su voz normal.
-Mande.- respondió de vuelta.
-Cuenta me más sobre ti.- los ojos de ella se abrieron como platos, ¿que le diría? Si cuando ella estaba viva su vida era un completo asco.
-¿Que quieres que te cuente?- pregunto esta extremadamente nerviosa, trato de disimular, pero luego pensó "Abraham es un poco despistado, no lo notara"
-No se... Sobre ti, tus padres, tu familia.- «mis padres, mis padres, mis padres. ¿Que estarán haciendo? »
-Bueno mi nombre es Kenia, ¿eso basta?-lo miro con una sonrisa y Abraham soltó una carcajada.
-Algo que no sepa.- dijo obvio. Mientras ella pensaba en que decir, el mesero llego con los vasos y los comenzó a servir, pero de repente una cosa extraña sucedió.
Regrese hijas de wilson
Me extrañaron? c:
Lamento no actualizar, por segunda vez pase por un bloque pero aquí esta, espero les guste, me costo un poco hacerlo.
Saben que las jamo lectoras, y por eso quiero dedicar este capitulo a:
Gracias por leer, tu siempre estas muy activa con mi novela, agradezco todo tu apoyo, eso me motiva para seguir escribiendo.
Eso es todo personitas del mundo. Bai
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"La Noche" ||Abraham Mateo||
Teen FictionÉl salvó su vida. Y ella no con vida salvara la suya.