Capítulo 4

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Me di una ducha, me puse un vestido Gucci verde de verano con unas sandalias bajas blancas, llamé a Nicholas y nos montamos en mi Porshe carrera 911 amarillo. Un regalo de mis padres. De mis dos carros, este es el que más utilizo. Tenía que salir antes de que Don Misterio (o sea Max) se incorporara al trabajo.

Nos dirigimos hacia el Hotel donde tengo mis cosas, se lo conté a Nicholas, el pobre está horrorizado por las nuevas noticias, este chico es como un hermano para mí. El me entiende hasta le gustan las mismas cosas que yo ¿a que es muy mono? Es un gran apoyo al igual que Isa y todos de la casa, aunque no podría decir lo mismo de Sara, Max y Marco.

— Clara ¿Qué hacemos aquí? — Miraba la habitación asombrado.

— Cariño, de todo de lo que te he contado ¿aun no lo adivinas? — le sonreí. —Bueno te explicaré, esta será mi especie de guarida — y así era, había alquilado un apartamento, el día anterior lo comenté con Benny y el se encargó de poner todos los juguetitos de tecnología de seguridad para guardar mis armas, cada vez me recuerda a esta película Sr. y Sra. Smith, con eso de esconder armas, claro está que sin el Sr. Smith.

El departamento era gigante, con unas vistas hermosas a la ciudad y barrios bajos, la que será mi habitación tiene un baño conjunto a un ropero y un jacuzzi moderno, por el pasillo esta otro baño, dos cuartos pequeños y un estudio, en la planta baja esta la cocina, la sala y un sótano que lleva al garaje.

— Bueno, vámonos antes de que se preocupen por nosotros, quisiera decirte que... Puedes quedarte aquí, pero dadas las circunstancias me temo que eso no podrá ser, es peligroso lo sabes ¿no? De todas formas tendré una habitación para Isa y para ti ¿Qué te parece? — le toqué la cara con ambas manos, no soporto la idea que se decepcione y en este momento tenía una expresión nostálgica y una mirada que decía que estaba decepcionado al no quedarse conmigo como siempre lo hacíamos en mi cuarto, hacíamos dos tiendas de campar como si fuéramos niños. En lo profundo de mi corazón me duele verlo así, lo considero mi hermano pequeño, no tiene amigos, novia, nadie, solo a su abuelo, sus padres también murieron por esa razón nos entendemos, entiende por qué hago todo este alboroto que para nada será impune.

— Lo sé, gracias, ¿sabes? — Hizo una pausa mientras me miraba a la cara —Te extrañaré — No aguanté mas y lo abracé con todas mis ganas como si se me fuese la vida en ello, lo amo tanto... Yo también te extrañaré, claro que lo haré, pensé.

De regreso a casa, fui directo a mi despacho a pintar en mis lienzos y ponerme en forma con mi proyecto en España. Empecé a pensar que pintar, pero no conseguí qué, así que decidí dejar todo como estaba y concentrarme en el proyecto, haciendo una lista de las cosas que faltaba en el portátil sonó el móvil.

— Diga — dije mientras me ponía el altavoz para seguir haciendo lo mío.

— Buenos días, señorita Clara. Es la secretaria del consultorio de la Doctora Ramírez, la llamo para recordarle que su cita es a las 3:30p.m pero la Doctora me pidió si puede venir antes, es que tiene un asunto personal que no puede faltar.

— Si, claro, tranquila ¿a qué hora necesita que vaya? — pregunté.

— ¿A las 2:30 p.m le parecería bien? — preguntó

— Si —respondí.

— Espero que no le haya ocasionado molestias — Recuerdo a Malena, la secretaria, es todo un amor.

Sonreí — Oh, Malena, ya déjate de tonterías, claro que no me causas molestias, y háblame de tu, mira que esos formalismos contigo no me valen, que nos llevamos muy bien de casi toda la vida.

Escuché una risotada detrás del teléfono — Está bien hermosa, nos vemos más tarde — colgó.

Envié por correo correcciones y propuestas para la temporada. Ingresé a mi cuenta del banco y miré las transacciones de la cantidad que mando a una pequeña casa de niños sin hogar, queda ubicada en un pueblito no muy lejos de la ciudad y al parecer nadie los ayuda a excepción de mi. Un día de verano fui con mis padres a una casa cerca de allí, estaba rodeada de tanta fama y dinero que quise huir de allí unos minutos, caminé y caminé hasta que me encontré con esa humilde casa, me acerqué un poco mas y me di cuenta que era una casa para niños sin hogar, me inundo el sentimiento cuando vi en qué circunstancias se encontraba la casa y los niños, al llegar a casa averigüé por internet, pero no conseguí absolutamente nada, hasta que di y di para conseguir mandarles dinero cada año, la dueña de la casa tal vez sepa mi nombre, pero nunca me he atrevido a acercarme lo suficiente para presentarme, sería un peligro para los niños, una mala influencia, de lo peor...Cada verano asisto a ese lugar, Blake siempre me lleva y duramos rato allí, siempre me preocupo por esos niños aunque no los conozca del todo, ya sé que ahora asisten a la escuela, tienen juguetes, la casa está en mejores condiciones y visten mejor. Estaba pensando en hacer un proyecto para ampliar la casa, llenarla de cosas lindas para ellos, pero eso conllevaría a presentarme, pero algún día tendré que hacerlo, es por el bien de esos niños. Envié una gran cantidad, cerrando mi portátil me dirigí a mi habitación para cambiarme e ir a mi cita.

Antes de salir de aquí miré los miles de dibujos del famoso tatuaje que rodea mis más horribles pesadillas, un escorpión negro y horrible en la planta de la mano de un hombre, el bastardo que pudo haber matado a mis padres. Me metí en mi gmail donde le envié todos los datos necesarios de Max a mi gran amigo Ricardo para que averigüe de él, no me fio mucho de este tipo, aunque me caliente la sangre, algo en el no me cuadra.

De regreso a la sala Vanesa me llamó.

— ¡Cariño, ven a almorzar con nosotros!

Dirigiéndome al comedor — Creo que no va a poder ser, tengo ganas de comer afuera — suspiré con cansancio.

— ¿Estás bien? — preguntó Marco con preocupación.

— Si, es solo que necesito estar a solas, hoy iré a mi cita con la Dra. Ramírez — Me di la vuelta para salir — Nos vemos más tarde, los quiero.

— ¡Hey, pequeña! — Me di la vuelta rápidamente, ese apelativo lo utilizaba mi verdadero padre conmigo, y Marco se encargaba de decírmelo aunque él no lo sabía, es una de las cosas que más me gustan de él, siempre me recuerda a mi papá — Ve con cuidado, lamento lo de esta mañana, pero tienes que cumplir las reglas que he puesto, tu mamá me contó y...

— Ya, no importa. Descuida. iré con cuidado, total tengo chofer nuevo ¿no? — dije, en tono seco. — Además, no te preocupes, compré un departamento para no incomodarlos a ambos.

— Clara.... No es necesario, ya...— No lo dejé terminar, diciéndole:

— Ya está bueno. Si es necesario, déjenme en paz. Les dejaré la dirección para que puedan visitarme. Estoy muy grandecita y tarde o temprano ustedes tendrían que ver venido esto, quiero independizarme. Además, Marco, estas muy diferente conmigo desde hace días, ni idea del por qué, pero no me interesa, tal vez ya no me necesites como hija, me da igual — Salí corriendo de allí, dejando a unos descolocados padres.


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