-Recibimiento-

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Cada vez que alguien voltea a ver a Milo, este por alguna razón se cohibía se demostraba que no había quien pudiera conquistar su corazón. Por supuesto le parecía insatisfecho, el hecho de tener mucha gente alrededor y ver que por su casa cuando llegaba a su casa vio algo que en lo particular llamo su atención en su buzón existía una carta, con otro color que la diferenciaba de las demás, se acercó y la tomo buscando los remitentes o algún indicio de quien pueda ser. Esta vez se sentó en los escalones que hay al frente en su puerta principal puso su maletín a un lado y abrió esa carta, dentro venia un suave olor de perfume al abrirla leía cada renglón; llego un mensaje de Natalia *Hola joven, mi noche será larga sin verte pero te recuerdo en mi corazón, descansa y suéñame lindo. Cómo te fue hoy en tu día" finalizo el mensaje y continuo leyendo la carta que a su casa llego.

-Brenda-

Hola que tal, sé que hubo momentos en los que todo el tiempo no sentíamos que fuera real y al menos serio siempre te he pensado y me pregunto qué será de ti, se también de tu magnifica carrera y que has logrados tus metas.

Bueno no te quiero distraer dime si algún día podremos hablar, sentarnos como tú querías; una taza de café y platicando. Tú siempre le diste una gran vuelta a la vida y a pesar de lo que vivimos no te rendiste y seguiste adelante.

En respuesta metió la carta a su saco, y el sobre lo inspecciono busco al fondo con una nota final

"Felicidades, llegaste a mi remitente. Brenda"

Milo solo sonrío y lo guardo mientras giraba la llave para entrar a su casa. Al ingresar cayeron unas notas al suelo "valido por un beso", "valido por un abrazo". Se dio un sobre salto del corazón porque cuando existió la relación con Brenda ellos hacían eso en pequeñas notas y los momentos vividos. Con Brenda sus días se veían envueltos en mundos que brillan y estrellas durante todo el firmamento.

*suena el timbre*

Hola bebé –susurro mientras abro la puerta a Natalia.

Mi señor. Como le fue hoy –decía ella con tono coqueto y ojos seductores.

Mi reina, -tome su mano y la puse en mi brazo- pase por favor, rodeando la casa –mientras imaginábamos que éramos aclamados por nuestros amigos y familias. Riendo y tropezando por los muebles que se hallaban a nuestro paso.

Caímos sobre un sofá color chocolate, de respaldo largo rodando al piso con los almohadones que amortiguaban nuestra caída. A un lado de mi ella sonríe y nos acercamos poco a poco para si bien disfrutar nuestros besos prolongados.

Reímos un rato e ignoramos por completo la cocina, se quemaba nuestra cena, nos levantamos rápido, y corrimos a la cocina. –Natalia se reía de mí mientras yo intentaba apagar la cena, ahora sería cena a las brasas.

Ni mi amor, así no- se burlaba Natalia de mi intento de acto heroico.

Cómo es –pregunte yo porque sentía que se había arruinado la cena.

Seguía tiendo Natalia al verme en apuros.

Llego y giro la perilla del gas y con el extinguidor. En serio, cuando duraste sin novia. –mascullo burlonamente.

Ahora para que se te quite tú te comes las brasas- me hizo un puchero antes de estirar las manos.

De su bolsa traía una botella de tequila, para acompañar nuestra cena,- saque y serví en sus vasos caballitos. Antes de sentarse le puse la silla, y ella agradecida me tomo la mano y me dio un beso.

Mi amor, no me has dicho, cómo te fue hoy- pregunto curiosa Natalia.

Muy bien bebé. Hoy fueron muchas cosas pero las sacamos adelante- respondí mientras servía un plato de cena en su posición.

Miradas en SilencioWhere stories live. Discover now