El regalo de navidad de Milo y Natalia

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No hay nada aquí, -afirmaba Milo rascándose la barbilla- bajo las escaleras del ático y continúo buscando. Por fin. –Grito emocionado mientras estiraba su mano para sacar la alfombra y colocarla- aló, -una voz muy tierna cruza la puerta- hola amor, espera ya voy –afirmo Milo dejando caer la alfombra- ¿supongo que ya la lavaste, cierto? –preguntó risueña Natalia. He... sí. –Responde Milo cubriéndose la cara- vamos a lavarla.

Cuando desperté aquel mañana la cama aún conservaba su olor y recuerdos de la noche pasada inundaron mi cabeza, me parecía mentira todo lo que ocurría, creo que era mi regalo de navidad. La actividad frentica de aquella mañana me hizo relajarme y poder despejar la mente durante un rato, como hacía tres años, y desde que estábamos juntos, siempre festejábamos la navidad en algún lugar del mundo.

Su primera navidad, Milo como caballeroso, pidió a Natalia elegir el destino, el cual fue viajar fuera de la ciudad, un día de campamento no lo pensaron varias veces, hicieron maletas –ring, ring- suena el teléfono de Natalia. Hola mami –contesta entusiasmada ella-, si, no mamá Milo está ocupado, y no estará en casa. Bay –colgó sonriente la chica risueña- que dijo tu mamá –pregunto Milo curioso- ella quería venir para conocerte. –dijo distraída- y por qué no le dijiste que pasará –se puso frente a ella abrazándola de la cintura- ella sonrió y solo se guío al interior de la casa, preparó alimento para el camino.

En camino jugaban y reían, cantaban canciones juntos y se tomaban de las manos, ella saco la cama y comenzó a tomar fotos, Milo, bebé amor, sonríe –Milo voltea por breves momentos para no descuidar el camino. Oye a donde vamos –pregunto Natalia curiosa jugando con los brazos en el torso de Milo- esa sorpresa me la dejas a mí, yo te llevare a un lugar que es sumamente especial y tiene un gran historia en mi infancia, pero cuando lo veas sabrás por qué. Pasaban los kilómetros y caminos, se detienen en la orilla de carretera y Natalia se baja para estirar sus piernas, Milo regresaba con comida y jugos para seguir, Natalia de preparó un café y continuaron. Poco a poco el sol comenzaba a ocultarse y Natalia dormía, eran muchas horas de viaje y ella saco un cobertor y se cubrieron ambos, Milo la abrazo mientras veía el camino, ella sonrió. Algo lindo soñó ella. –Pensó Milo- le dio una mordida a la comida.

Ah... -bostezando Natalia abre los ojos y ve que Milo no estaba, giro rápidamente buscándolo, lo encontró en el sillón de atrás dormido y ella sonrió, que paso-pregunto ella- nada bebé, pero debía descansar si queremos llegar bien, y se me ocurrió detenerme, aparte de que al auto no camino, mientras lo reparaba preferí dormir a seguir cansado. –respondió Milo mientras se abrigaba y pasaba al asiento delantero, al llegar Milo recibe una lluvia de besos y abrazos, volvieron a prepararse a desayunar, ya estamos cerca, faltan como horas jajaja –decía Milo riendo- mentira bebé sólo atravesamos esas colinas y llegamos. Qué bueno bebé. Siguió manejando y Natalia veía los paisajes desde el asiento trasero y tomaba fotos, que bonito –expresaba como niña Natalia- mira que lindos paisajes, con que de esto me pierdo por vivir lejos –decía Natalia sin soltar la cámara- espera, detente si, detente anda –Natalia de berrinchuda con pucheros convenció a Milo- camino entre las áreas verdes, vio la sombra de un árbol y corrió abrazarlo, se recostó en el césped, y de pronto aparece una vaca pastando junto a ella, ella vio a la vaca y se levanta corriendo. No corras no te va a seguir -gritaba Milo mientras se reía de ella- no es gracioso, esa vaca tenía hambre –sonrojada Natalia puso sus manos en su cara - amor bien sabes que es vegetariana- ya se –respondió ella haciendo gestos con la lengua- pero apareció de la nada- continuemos. Sonriera Milo y señalo ahí es, ya llegamos pronto descansaremos. No puede ser –sorprendida Natalia- que sucede –pregunto Milo antes de cruzar las vías del tren- no le avisaste a tus papás. –responde ella cubriendo sus ojos. Amor ellos ya saben que cuando no estoy en mi casa, estoy de viaje al único lugar que me gusta. Y no hay problema ellos viven en otra ciudad y pueden ir y quedarse en mi casa. –Responde Milo- vamos, baja del auto y entran en una tienda. Milo se apresura a bajar las cosas. Que haces –pregunta Natalia mientras lo ve al sentarse en la banca fuera la tienda- a partir de aquí es en ratos a pie y en rato caminando- si salimos ahorita llegamos a buena hora. –Contaba su reloj mientras hacía dos mochilas- ya estamos aquí, vamos a pasear- no te quiero adelantar nada –decía Milo entre espacios- y luego. -Preguntaba Natalia- vez aquel acantilado, allá pasaremos la noche –señalaba Milo en un punto alto-

Ambos se pusieron firmes y vieron su destino, comenzaron a caminar a subir pocos tramos de la montaña, ah, mira, ah, Milo, mira –su tono alertaba a Milo- que paso, estas bien. -curioso el miraba el suelo- no tonto, mira el hermoso venado- ah, jejeje es hermoso el venado yo pensé que otra cosa- vamos, continuaron caminando, llegaron a la cima y ambos tiraron las mochilas vieron al sol sonreían y se abrazaban, ahora entiendo por qué es tu lugar favorito –afirmo Natalia- a, si, por qué la miraba reflejando el sol- este lugar es tu todo aquí hay paz, respiración, no hay ruidos de la ciudad ni trabajo, ven amor, -interrumpe Milo corriendo en otra dirección- mira amor, aquí una vez venimos mi papá mi hermano y yo, pusimos nuestros nombres y las fechas, mi hermano por unas u otras razones ya no lo visito, mis papás prefieren pasearse en la ciudad y yo... y tu estas aquí reviviendo una historia –interrumpe a Milo besándolo- vamos a poner la casa, yo iré por leña. Vuelve Milo y la bolsa de dormir con flores y adornos estaba lista para descansar, encendieron el fuego, y veían como poco a poco el sol se escondía detrás de la luna, la hermosa luna sonriente alumbraba su noche, el fuego se extinguió y hasta salir el sol, Natalia despertó primero fue al lago a nadar mientras Milo se despertaba, llego ella, le sonrió y lo levanto. Vamos no seas flojo. –decía Natalia jalándolo del brazo hasta el lago- esta helada –afirmo Milo- ni tanto, ven más adentro esta tibia. Invitaba con sus movimientos seductores y calmados-. Vamos por leña antes de irnos. Al encender el fuego alrededor, Milo conto una historia. Dicen que en ese árbol se sienta la bruja y se lleva a los niños del pueblo. Ah... -Natalia grito con entusiasmo- no es gracioso Milo, me asustaste, -corrió abrazando a Milo- sonrió Milo mientras la abrazaba.

Miradas en SilencioWhere stories live. Discover now