De repente, el cuerpo del chico que ha intentado seducirme se descompone en un instante creando un humo negruzco que se disipa tan rápido como ha llegado. No queda nada dónde él yacía y no puedo dejar de pensar que esto no es real y que estoy drogada como la mierda.
Soy consciente que no he pestañeado pues cuando lo hago los ojos me escuecen. Un movimiento frente a mí hace que fije mi vista ante el chico que acaba de matar a mi ex acompañante. Miles de preguntas se agolpan en mi garganta sin ser capaz de soltar ninguna. El miedo me invade y soy incapaz de moverme cuando él avanza hacia mí, lentamente.
Algo se conecta en mi cabeza, adrenalina recorriendo cada parte de mí y me pongo de pie de golpe. Lo ha matado, y no dudará ni un segundo en acabar conmigo si no salgo cagando leches de aquí, pienso. En un movimiento rápido empiezo a correr con todas mis fuerzas, tratando de ignorar el leve mareo que aún yace en mi sistema después del alcohol que he tomado o de lo que sea que ha hecho ese tío conmigo.
Correr con los tacones me cuesta horrores y cuando creo que voy a lograr salir de aquí, mi tobillo se tuerce y caigo al suelo de bruces, tratando de amortiguar el golpe con mis manos. Me quedo unos instantes en el asfalto frío, analizando qué me duele y con qué intensidad. Mi pie chispea dolor enviando calambres por todo mi cuerpo. Duele, duele mucho y no sé qué hacer. No sé si el miedo es más grande que mi posible esguince, pero desearía poder salir de aquí.
Siento agua mojar mi cara y es cuando me doy cuenta que estoy llorando. Un sollozo se desliza por mi labios y mis ojos se cierran.
Deseo salir de aquí, deseo desaparecer y sentirme segura de nuevo. En un último intento trato de alzarme, poniendo ambas manos en el suelo y me impulso, logrando ponerme de pie. Siento que soy capaz de andar pero cuando apoyo mi tobillo herido en el suelo un quejido de dolor sale del interior de mi garganta.
Me quedo varios segundos ahí, tratando de olvidar que hay un psicópata que esta probablemente persiguiéndome.
De repente siento unos pasos tras de mí y me altero. No he parado de llorar y la rodillas y el tobillo me duelen de sobre manera.
Me volteo y lo veo ahí, parado a unos metros de dónde me encuentro.
Se acerca lentamente y trato de retroceder, pero cada vez que apoyo mi pie en el suelo la vista se me nubla y temo caer al suelo. No puedo ver su cara aún y necesito hacerlo porque necesito ver el rostro del tipo que va a matarme.
–No te muevas. -Su voz es grave y segura, y me aterroriza.-
No sé que decir, ni siquiera sé si soy capaz de decir algo. Cierro los ojos, alzando mi rostro al cielo y siento las lágrimas aún resbalar por mis mejillas.
Estoy entumecida, tengo frío y eso hace que el tobillo duela cada vez más. Se siente como si tuviera a alguien golpeándolo constantemente.
Cuando vuelvo a abrir los ojos él está más cerca y es entonces cuando reconozco su rostro.
–Eres tú. –Digo, sin ser capaz de procesar que el chico que se encuentra a escasos metros de mí es el mismo con el que choqué aquel día en la calle y exactamente el mismo que apareció en mi extraño sueño ayer.- Pero, ¿cómo?
Da tres pasos y sólo está a dos de quedar justo frente a mí. Siento pavor.
Mis emociones se encuentran mezcladas. Por un lado estoy sorprendida y confundida en extremo. Y por otro tengo miedo, mucho. No sé cual de ellas es más intensa pues las siento todas de golpe.
–No lo sé.–Dice de forma pausada.-
–Lo has matado. –Susurro, pues no tengo fuerzas para alzar más mi voz.-
–Él te habría matado primero. –Su tono es tan frío que siento un estremecimiento en mis brazos y la lumbar y siento que el clima no tiene nada que ver con ello.-
–¿Vas a matarme?
No responde, pero tras pasar unos segundos niega con la cabeza y aunque no soy capaz de creerle del todo, mi cuerpo se relaja un poco.
¿Quién es? ¿Por qué estaba en mi sueño? ¿Por qué quería matarme aquel chico?
Todo se siente tan ilusorio que ni siquiera sé si creer que esto sea verdad.
–Lo es.
–¿Perdón?
–Es real.
–¿Cómo sabes...
–No lo sé.
¿No sabe? ¿No sabe por qué me ha salvado?
Miles de preguntas rondan mi mente, cada una de ellas más imposible de resolver que la anterior. Me siento abrumada.
De repente da otro paso hacia mí y como acto reflejo hago lo mismo, cayendo al suelo de culo debido al dolor que siento cada vez que mi pie hace contacto con el suelo.
La parte trasera de mi talón está en contacto con el frío y mojado asfalto, y el tacón paralelo al suelo no sintiendo tanto dolor de esa manera.
El chico acaba de acercarse a mí y se acuclilla, mirando mi tobillo. Quiero alejarme pero no puedo, no tengo fuerzas. Es cómo si ejerciera alguna fuerza sobre mí.
Con delicadeza acerca sus manos a mi tobillo malherido y retira la tira del tacón, quitándome el zapato.
–Se ve mal. –Dice él.-
Asiento con la cabeza más no digo nada.
Lo examina y sus ojos me miran, pero no me están observando. Está perdido en sus pensamientos y yo en los míos.
Me encuentro frente a alguien que acaba de matar a un chico sin pensarlo dos veces y aunque siento temor aún, no lo noto con tanta intensidad.
Vuelvo a sentirme liviana y todo deja de dolerme. Dejo de experimentar el dolor punzante de mi tobillo y las rodillas no me escuecen. El frío me parece hasta agradable y mi estado de ánimo ha cambiado, aún así sé que no soy yo la que está haciéndome restarle importancia al hecho de que me encuentro frente a un asesino.
Sus ojos, de un verde-azulado, abrazan los míos y me hipnotizan. Me quedo ahí unos segundos y de repente el sueño me envuelve, causando que me quede dormida.
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Un ángel no puede morir | Harry S.
FanfictionÉl la hace vulnerable. Ella es su puente hacia la luz.