Rutina

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Al volver al colegio luego de mi suspensión, y después de efectuarse el cambio de curso, ningún niño o niña se me acercó, todos me evitaban, hasta Tomás.

De ahora en adelante solo hablaría con Rodrigo, Juliana y con mi hermano mayor Dario.

Al cumplir los quince años mi hermano me regalo una suscripción por una año a un gimnasio al que él iba, diciendo que eso haría que al menos las chicas de mi colegio se interesaran en mí... Realmente no entendía cómo demonios haría eso que hiciera algún amigo de mi edad. Porqué los amigos que tenía, no existían, o eran personas que habían muerto hace mucho tiempo o si estaban vivos ni siquiera podían levantar un lápiz de lo viejos que estaban... si, era de esos raritos que pasaban sus recesos de la escuela con la cabeza metida en algún libro. Pero aún así fui cada uno de esos días del gimnasio hasta que se venció la suscripción, y afortunadamente mi madre al ver mi entusiasmo me compró otra.

A los dieciséis años me metí en el equipo de natación del colegio, ahora iba al gimnasio en las mañanas y practicaba natación de martes a jueves por las tardes, pensaba que al menos así conocería a alguien con quién pasar el rato, aunque me llevaba muy bien con mis libros mi madre se preocupaba de que no tuviese ningún amigo en el colegio, porqué Rodrigo siempre estaba ocupado con sus amigos y yo no quería entrometerme, eran sus amigos después de todo. Mi hermano se había ido desde el año pasado a la universidad a estudiar medicina, y Juliana aunque era muy buena conmigo no era lo mismo que hablar con alguien de mi edad.

Hasta que en segundo de preparatoria llegó la persona que desordenaría mi vida por completo.

Las partes de Dany Donde viven las historias. Descúbrelo ahora