3. Hogwarts

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Entramos los tres y me estremecí por una corriente nada más entrar. Un hombre no demasiado alto salió y abrió los ojos al verme.

-Señorita Potter, sabía que no tardaría en venir a por una varita.

Comenzó a sacar varitas y me las daba, una tras otra. Para mí solo eran un trozo de madera y agitarlas levemente me parecía un poco estúpido, pero obedecí solo para no ofender a nadie diciendo mi opinión.

En ese momento un poco de rencor surgió hacia mis padres, deberían haberme alertado de esto, me sentía fuera de lugar y no solo por estar de repente sola en el mundo.

Me dio una que me pareció medio bonita, todo lo bonito que podía ser un palo, claro. La agité y noté como una fuerza que me llenó. Abrí los ojos sorprendida y el señor Ollivander me miraba aún más sorprendido de lo que yo ya estaba.

-Debí suponerlo, claro que sí- se dijo a sí mismo.-Una varita muy poderosa, claro que sí, con una pluma de ave fénix y no cualquier ave fénix, muy valiosa sí.

Tantos me estaban poniendo nerviosa, pero decidí no decir nada. Después de un poco de parloteo más por parte del extraño señor Ollivander, nos fuimos. No soltaba la varita desde dentro del bolsillo. Por extraño que me pareciera, me sentía bien sujetándola.

Nos reunimos con una exasperada señora Weasley y los traviesos gemelos para volver a La Madriguera, como llamaban a su casa. Deduje que sería por la gran cantidad de hijos que tenían, aunque no estaba del todo segura y no tenía intención de preguntarlo.

Al poco de llegar, Jason y Ron tiraron de mí hacia el jardín. Desde allí podían verse las colinas que rodeaban la casa, que era como mínimo singular. No la veía estable pero suponía que la magia haría el trabajo.

Comenzaron a hablarme de quidditch y sus reglas, que eran demasiado extrañas como para relacionarlas con algún otro deporte muggle. Me sorprendí al llamar muggle a un deporte que sería normal y corriente unos días atrás, definitivamente esto de la magia era absorbente y ni siquiera había empezado.

-¿Y allí, en el mundo muggle, tenías muchos amigos y novio?- preguntó animado Ron.

-Sí, tenía amigos aunque la verdad es que me estaba distanciando un poco de ellos. El estrés de los estudios nos estaba absorbiendo, aunque supongo que eso ya no importa.

-Pues ahora podrás buscar nuevos, Ron parece de lo más encantado de serlo- dijo Jason.

-¿Y vosotros? ¿Algunas pequeñas brujas con verrugas de las que hablar?- se rieron por mi tópico muggle.

-Ron está colado por su amiguita Hermione, es mona pero no sé... es demasiado intensa con lo de estudiar- se burló Jason y Ron se puso colorado hasta las cejas. Le di en el hombro a Jason para que no molestara a Ron y me sonrió rozándome la cintura, por dios que no me tocara.

-Jason tiene novia- se chivó Ron y las ganas de jugar con Jason cayeron de golpe al suelo. Una cosa era ligar con él sabiendo que no había nadie, pero si había una chica no sacaría nada de mí. Detestaba a esos chicos.

-Soy el mejor de la clase, soy prefecto y mayor. Claro que tengo novia, Ron- dijo con arrogancia y me dio algo de asco. La arrogancia y la superioridad con la que hablaba daban ganas de pegarle. -Bueno, también está que soy capitán del equipo de quidditch de Gryffindor.

-Es verdad, mi hermano es el mejor del equipo- dijo Ron con fascinación, el chico cambiaba mucho de posición. Se notaba que admiraba a su hermano y eso era bastante tierno.

-Tengo muchas virtudes- dijo Jason con su estúpida arrogancia, eso había sonado realmente mal y estaba segura de que había sido aposta.

-Apuesto a que no tantas como yo- dije con mi arrogancia para pincharle.-Digamos que todo lo que hago, lo hago bien- dije dándole un tono que daba mucho para pensar mal.

Lucy PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora