6. Quidditch

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Me dio instrucciones y con algo de temor, acabé subiendo al palo de madera que dudaba que pudiera sujetarme, a pesar de ser peso pluma. Tras asegurarme que no había ningún peligro y estaba ahí por si pasaba algo, cosa que realmente no me tranquilizó mucho, me elevé en el aire.

Daba bastante impresión pero comencé a ascender, a pesar de que me dijo que no subiera mucho por precaución. Pero cuando comencé a notar el viento en mi cara, todo miedo se disipó y noté una sensación de libertad que no tenía desde hacía mucho tiempo, puede que desde nunca.

Navegué entre las corrientes de aire que eran algo intensas y a pesar de que mi pelo molestaba un poco, era una sensación indescriptible. Cuando bajé, tuve algo de temor a estrellarme pues no sabía aterrizar, pero por suerte me salió de forma natural.

Jason asintió dejándome ver que lo había hecho bien, cosa que me alegraba bastante.

-Serías buena en quidditch, eres muy rápida.

-¿El juego de las escobitas y el millón de pelotitas? No, gracias.

-Para el curso que viene necesitaremos un buscador, deberías presentarte a las pruebas. Vuelas mejor que algunas personas que llevan años volando, incluso ganaríamos la copa.

-No trates de meterme en tu equipo, Weasley, ya tengo bastante con las clases como para meterme en otro embrollo.

-¿La señorita Potter no puede con las clases?-se burló poniendo su brazo sobre mis hombros y llevándome dentro del castillo, en dirección a la sala común Gryffindor.

-Claro que puedo, pero preferiría no tener que soportarte más de lo debido, gracias- sonrió burlón sabiendo que no lo decía en serio.

Nos sentamos en el sofá de la sala común, cada uno en una esquina pero mirándonos mientras bebíamos cerveza de mantequilla, la única que podía tragar sin que me diese asco. Al parecer en la cocina unos elfos se la habían dado encantados, eran muy serviciales.

-Snape nos molesta a todos, no te lo tomes a lo personal. Realmente detesta a Gryffindor- me dijo para hacerme sentir mejor aunque sabía perfectamente que conmigo la tenía tomada.-Mi madre quiere que vengas en verano a La Madriguera, al parecer se ha enamorado de la hija que nunca tuvo.

-Dumbledore me dijo que tendría que ir con mis tíos muggles, los Dursley.

-Parecían... poco agradables.

-Digamos que lo que tenga que ver con la magia no les gusta en absoluto y ahora que yo estoy metida de lleno... no sé cómo reaccionarán, pero al parecer debo ir.

-Hermione y Ron realmente te adoran y es raro porque Hermione es algo cerrada, no tiene muchas amigas y en ti confía plenamente. ¿No les habrás lavado el cerebro ni nada, no?- fingió estar asustado y le pegué en el hombro.

-No seas idiota, claro que no. Solo soy una preciosa e inocente chica más que pura e increíblemente adorable.

-Y para nada arrogante- ironizó.

-Lo vas pillando- dije divertida.

-Hay algo de lo que quería hablar contigo...- me temí lo peor.-El beso...

-No hay nada que hablar sobre eso- le corté.-Lo que pasó, pasó y ya está.

-Bueno, vale, en ese caso...- no lo vi venir, en cuanto me di cuenta, lo tenía sobre mí, besándome.

Después de un momento de sorpresa, le aparté.

-¿Qué se supone que haces?- le reclamé.

-¿Qué?- dijo haciéndose el tonto.-Iba a decirte que me había gustado y quería repetirlo.

Lucy PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora