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Charlie.

—¿Charlie? 

Abro los ojos y veo un masculino ceño fruncido y filas de estantes y cajas. Estoy tumbada en el sofá de la oficina de Harry. 

—¿Estás bien? —Harry está sentado en el sofá, su cuerpo cerniéndose sobre mí de manera protectora.

Siento el calor de su mano que acuna mi cuello, y la intimidad de su pulgar mientras lo frota suavemente hacia atrás y adelante, capturando la esquina de mi boca —y mi respiración— en cada pasada. 

¿Qué sucedió? Ah, claro. 

Harry es amigo de un agente de la DEA.

Harry es un ciudadano respetuoso de la ley que odia todo lo que tenga que ver con las drogas y es amigo con un agente de la DEA. 

Y yo tráfico heroína.

—¿Charlie? 

—Estoy bien —digo con voz áspera.

Ginger me alcanza un vaso de agua e inmediatamente me siento. Con una mano deslizándose por debajo de mí a mis omóplatos, Harry me ayuda, mientras su otra mano acomoda la corta falda de mi
vestido a un nivel respetable. Me estremezco en respuesta. 

—Caíste como un saco de ladrillos. ¿Qué pasó? —Ginger frunce el ceño. 

Me encojo de hombros, tratando de restarle importancia. —No estoy segura. Me mareé por un minuto. Ahora estoy bien. — No estoy para nada bien. Mi corazón se acelera. 

Se supone que debo irme. Debería estar en un autobús, cerca de Louisiana o Alabama, donde sea que la suerte me lleve. Me hubiera ido, si el banco hubiese liberado mi dinero. Me dijeron que tardaría veinticuatro horas para que pudiera retirar una suma tan grande de mi cuenta. Cuando argumenté que la suma no era tan grande, me enteré de que Sam me depositó 25.000 dólares en lugar de los diez que mencionó. Me pregunto si esa es su manera de disculparse. Así es como opera por lo general Sam, después de todo. 

Es gracioso... al segundo que el cajero me informó que no podía retirar todo ese dinero —que no podría irme hoy, después de todo— una repentina ligereza me inundó. 

Alivio.

Alivio de tener una excusa válida para quedarme por una noche más. 

Era como una intervención del destino, señalándome una vez más hacia Penny. 

Puedo tener esta noche con Harry. Voy a tomar una noche con él, con lo que esté dispuesto a darme, ganando recuerdos a los que poder aferrarme. 

La preocupación de Harry no ha desaparecido. —¿Está muy caluroso? ¿Demasiado ruidoso? ¿Qué comiste hoy? —Hay un tono frenético en su voz que me dice que el "no sé qué sucedió" o restarle importancia no funcionará, él está verdaderamente preocupado por mí. 

—Oh, mierda. —Ruedo los ojos dramáticamente para que no se lo pierda—. No he comido nada desde el almuerzo. Lo olvidé por completo. —Eso es cierto en parte. No comí, pero fui muy consciente de ello. Simplemente no tuve ganas de hacerlo, ya que mi estómago se retorcía y revolvía por la ansiedad. 

Harry suspira. —¿Puedes caminar? —Se para y levanta una mano. 

La tomo, y una corriente eléctrica baila al instante a lo largo de mis miembros y a través de mi núcleo. 

—Bueno. —Sus ojos se desvían hacia mi boca—. No puedo tenerte desmayándote detrás de mí bar. Tienes que comer. 


Four Seconds To Lose |HS| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora