Capítulo 17

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Estaba decidido, no se quedaría allí sentado sin hacer nada, arreglaría las cosas, pero esta vez, sería mejor la solución.

Entró en la habitación observando a su novia, quien yacía dormida. Tomó la pequeña cajita azul entre sus manos y la guardó en el bolsillo de su pantalón.


<< Espero que me perdone >>


Se sentó en el borde de la cama admirando a Sarah, acarició su cabeza dulcemente, para después acariciar sus mejillas, las cuales estaban húmedas.

Luego, tocó tímidamente el mediano vientre de la chica, sonrió al saber que ese pequeño bultito sería niña, tal como él quería.


—Hola Grace ¿Cómo estas? —rió—. Soy yo, tu papi, James...


De repente, sintió un golpe en el vientre de Sarah. Su bebé, había pateado.

La chica despertó rápidamente al sentir aquella patadita, la primera patadita del bebé. Puso sus manos inmediatamente en su vientre, pero una de ellas, se topó con la de james. Lo miró por unos minutos sin hablar.


—Es...

—Su primera patadita —rió ella mirando su vientre—. ¿Qué haces? —cambió el tema refiriéndose al chico.

—Quiero que me dejes hablar —pidió él, asintió algo dudosa—. Si es verdad, todo este tiempo no he estado en la universidad, he estado en Nando's trabajando como camarero y lava platos —la miró como si le pidiera permiso para continuar—. Llegaba tarde porque pedía horas extra, así me pagaban un poco más de lo que ganaba y con ese dinero... yo...

—¿Tú qué? —preguntó con curiosidad.


James extendió su mano hacia la de ella para entrelazarlas, Sarah lo hizo y se dejó llevar por las direcciones del chico.


<< Espero que no sea otra mentira >>


—Te cubriré los ojos —habló James poniendo sus manos en los ojos ella.

—Ok.


Caminaron hasta la habitación que el ojiazul escogió para que fuera el cuartito del bebé. Al llegar, destapó los ojos de ella.


—¿Te, te gusta? —preguntó.

—James ¿Tú...?

—Por esto llegaba tarde todos los días, estaba trabajando para comprar estas cosas y hoy no fui a la ecografía porque arme el cuarto de la bebé.

—¿Cómo sabes que...?

—Dejaste los sobres abajo —rió—. ¿Me perdonas? ¿Por no haberte dicho? Quería tomarte por sorpresa.

—No debo perdonarte nada, esto es hermoso —lo abrazó.

—¿Quieres ver la cuna? —sonrió, ella asintió.


Disimuladamente, el chico dejó la cajita azul entre los peluches que había comprado, esperando que Sarah la encontrara.


—Está bonita —rió admirando la cuna.

—Sí... —dijo James—. ¿Se llamará Grace, no?

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