Capitulo 18

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—Te amo, te amo, te amo —dijo James mientras besaba el gran vientre de Sarah, quien sólo reía ante las acciones de su esposo.

—Ya para —rió la chica—. Me da cosquillas —añadió.

—¿Tienes hambre? —preguntó el chico.

—Un poco.

—Iré a buscar algo, espera —dijo James regalándole a su esposa una linda sonrisa.


Mientras James bajó por algo de comer, Sarah se levantó cuidadosamente de la cama para tomar su celular, sin embargo, un fuerte dolor en su vientre hizo que se sentara en la cama rápidamente.


—Grace —rió—. Me pateaste fuerte esta vez.


No pasaron ni cinco minutos cuando nuevamente sintió otro golpe más fuerte, provocando que se le escapara un grito y respirara entrecortadamente.


—¡Ah! —en ese instante Sarah sintió como entraba en labor de parto—. ¡James! —gritó intentando salir lenta pero velozmente del cuarto—. ¡James!


<< Maldito idiota que no me escucha >>


James yacía en la cocina preparándole un tutti frutti a Sarah pero dejó de hacerlo cuando escuchó un grito, al no oír nada luego de ello. Continuo con lo suyo.


—¡James! —escuchó nuevamente.

—Mierda, Sarah —se dijo a si mismo, luego de salir corriendo hasta la habitación en donde estaba su esposa.


Al subir, la encontró en medio del pasillo adolorida, respirando desesperadamente, roja y gritando.


—¿Amor, qué sucede? —se acercó a ella.

—Grace. James, la bebé ya viene —decía entrecortadamente.

—¿Qué, qué?

—¡Que Grace va a nacer! —gritó.


La cara que puso James era indescriptible, lo único que hizo fue tomar a la chica delicada pero rápidamente entre sus brazos, corrió hasta la salida del apartamento y la ayudó a subirse en el asiento del copiloto.


—Tranquila bebé, iremos al hospital, aguanta un poco.


<< ¡Solo apúrate, joder! >> Maldecía Sarah para si.


Al llegar a la clínica. James llamó a unas enfermeras, quienes en una camilla dejaron a la castaña y se encaminaron con ella a pabellón.


—Señor, usted sólo llega hasta aquí —dijo una enfermera deteniendo al muchacho.

—¡Qué! No, es mi esposa. Necesito estar con ella —reclamó.

—Bien... —suspiró la enfermera—. Sígame.


Guió a James hasta un vestidor, en donde le dio la ropa necesaria para poder entrar a pabellón con su esposa. Una vez listo, el chico entró a la sala en donde tenían a Sarah.

El chico estaba emocionado, su bebé pronto estaría en sus brazos, pero por otro lado, se preocupaba por ella. Su esposa, temía lo peor..., y eso lo asustaba un poco.


—Señor Orwell —saludó el médico—. Que gusto verlo.

—Igualmente doctor.


El rubio se acercó a la castaña tomando su mano y susurrándole cosas lindas al oído.


—Todo estará bien ¿ok? Sólo debes pujar —rió—. Ahora estaremos los tres juntos, amor —ella asintió expresando el dolor aún.

—Bueno señora Orwell, necesito que puje en cuanto yo diga tres ¿Está bien? —asintió—. Uno, dos..., tres.

—¡Ah! —se quejó la chica.

—Una vez mas, uno, dos..., tres.

—Vamos amor, tú puedes —alentó el ojiazul.

—Me duele —se quejó Sarah.


De repente, el llanto de un bebé inundó toda la sala. Su bebé, había nacido.


—¡Felicidades Sarah! Es una hermosa niña —sonrió el médico entregándole a la bebé envuelta en un pequeño paño azul.

—Es perfecta —susurró James con los ojos brillosos.

—Se parece a ti —rió Sarah acariciando las manitos de la bebé.

—¿Señora, cómo se llamará la bebé? —interrumpió una enfermera.

—Grace —contestó el padre—. Grace Orwell Street.

—Muchas gracias, bueno, debo llevarme a la pequeña para hacer algunas pruebas. Luego se las llevaré a la habitación ¿Les parece? —ambos asintieron.


Mientras la enfermera se fue con la bebé, James juntó su frente con la de Sarah.


—Lo hiciste bien, amor —sonrió—. Ahora estamos los tres juntos.

—Seremos buenos padres, James —sonrió acariciando el rostro del chico.

—Se parece mas a ti —comentó el rubio retomando el tema de la conversación que había interrumpido la enfermera.

—Eso es mentira, es idéntica a ti, tiene tus facciones.

—Sabremos a quien se parece cuando abra sus ojitos —rió el chico.

—Ojalá tenga los tuyos —comentó la castaña. Pensando en que los ojos de James eran mucho mas azules que los de ella.

—Te amo —dijo James—. Eres lo mejor que me ha pasado.


Ese día, aquel viernes seis de julio de 2011, fue el segundo día más importante en la vida de Sarah, el día en que su hija vino al mundo. Esa pequeña bebé que estuvo dentro de ella por nueve meses y ahora..., en sus brazos.

¿El primer día mas importante?

Fue la noche en la que se entregó a James, la noche en la que había perdido su virginidad. Cuando el chico la hizo suya y le dio lo segundo mejor de su vida. Su hija...

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