SERENA POV

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¿Dónde estás mi amor fugitivo?

Se supone que estaríamos por siempre juntos...

Pulso mi dedo contra una gota, esperando que se escurra entre mi piel, pero el agua sólo está del lado de afuera. Rió. Rió como una tonta. Si él estuviera a mi lado seguramente me tomaría el pelo. Juego con mi aliento sobre el cristal y escribo su nombre. Y así lo observo desaparecer poco a poco frente a mis ojos, hasta quedar sólo mi reflejo encarcelado entre las pinceladas grisáceas del casi anochecido día.

Inclino mi espalda en el marco lateral de la ventana mientras observo la calle siendo empapada por la lluvia y mis pensamientos se remontan a tiempos pasados junto a él...

Un aniversario lejos de Darien no es un aniversario. Sólo es un acontecimiento -con sesgos bipolares, entre la felicidad y la tristeza- que mantengo archivado con recelo dentro de mi memoria.

De hecho no he tenido noticias de él desde que se fue a Estados Unidos. ¿Cómo puede ser qué, existiendo tantas vías de comunicación, Darien jamás haya intentado comunicarse conmigo? Dejó de hacerlo imprevistamente hace un año y unos meses. ¿Acaso me olvido?

Mi mente palpita en su memoria con cada recuerdo y mi pecho locamente se comprime cada vez que pienso en la una y mil situaciones en las cuales podría estar metido.

Situaciones buenas y malas, ¡quién sabe!

Y yo, certeramente, ¡quiero saber!

Quiero una respuesta sensata a este desdén que llevo sufriendo hace casi quinientos cuarenta y siete días. ¿Parece enfermizo de mi parte llevar cuenta de cada día desde que Darien no me habla? ¡No, simplemente no lo es! Son quinientos cuarenta y siete razones para verlo, ¡quinientos cuarenta y siete cosas que tengo para echarle en cara si se me presenta la oportunidad de verlo!

Repentinamente en mi campo visual entra la elegante figura de Seiya, bajando de una lujosa limusina. Lleva en una de sus manos un paraguas negro que lo protege de la tempestad de la lluvia y en la otra mano un ramo de rosas rojas que son, seguramente, para mí. Suspiro. Me alejo de la ventana y arreglo la falda de mi corto y sencillo vestido negro. Sostengo la gabardina azul que está encima de mi cama y salgo de la habitación.

—¡Es Seiya! —grito al sentir los nudillos contra la puerta de casa mientras bajo apurada las escaleras, danzando torpemente en el último escalón y yendo directamente hacia la entrada.

—Que linda te ves, bombón —musita Seiya sonriendo ampliamente mientras mantiene escondido el ramo de rosas tras su espalda.

Frunzo el ceño y mis flacuchos hombros se cohíben como un potro recién nacido. Tendría que sentirme alagada pero en realidad no lo hago. Más allá de que mis mejillas ardan como un caldero en el fuego lanzando vapor, realmente no están achicharradas por la pena. Bueno, capaz que sí siento un poco de vergüenza... No sabría decir el porqué de mi vergüenza ya que me encuentro algo confundida. He perdido peso. Bastante peso. No me veo para nada saludable, ¿qué hay de bello en eso? El vestido, que por cierto es una talla pequeña, no me queda para nada ajustado en las caderas. Y Seiya... ¡Seiya está increíblemente guapo en su smoking!

Él alza el ramo de rosas frente a mí y su rostro iluminado, entre tanta lluvia, me recuerda al sol con cara de bebe sonriente que solía ver -y que veo cuando nadie me ve- en las caricaturas.

¿Por qué, sólo simplemente por un instante, no puedo querer a este chico tanto como quiero a Darien?

—Sé que te gustan por eso te las traje.

♡ La niña de mis ojos 2: Revelación (Sailor Moon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora