CAPÍTULO III- Revelaciones

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SERENA POV

Una ultima vez y nada más. Ya van más de diez veces en menos de treinta pasos que me detengo apenas veo el reflejo de mi figura proyectada en algún lugar. No es mi culpa. Este hospital brilla en todas partes. Podría usar como espejo el piso de lo limpio que está todo. Finalmente me miro de cuerpo completo en la puerta del ascensor. Observé primero mis zapatos de charol negros furiosamente lustrosos sin ningún asomo de mancha. Luego las medias que llegaban un poco más arriba de mi tobillo, tan blancas como en un comercial de jabón en polvo. Mis rodillas vergonzosamente arañadas por el tropezón al subir las escaleras de la entrada. Y por último, el hermoso vestido rosado chicle de escote cuadrado y sin mangas, que se apretaba en mi cintura para luego caer como una copa hasta mis rodillas.

Balanceé mi cuerpo de atrás hacia adelante y decidida apreté el botón con la flecha hacia abajo. Escondí mis brazos en mi espalda. Recién va por el piso número diez. Comencé a jugar con mis piernas rectas y pegadas, poniéndome de puntillas de pie para luego aterrizar de nuevo toda la planta del pie en el suelo. Piso nueve, ocho y siete, se detuvo en el seis. Estoy nerviosa. Cinco. Abrí mis ojos como platos. Cuatro y tres. Miré la hora en mi celular, son las seis puntualmente. Dos y... ¡Uno!

El ascensor abrió y bajó bastante gente a comparación de la gente que subió luego... ¡bah! Realmente fui la única que adentro su cuerpo en el cubículo plateado y brillante.

—Tercer piso por favor.

La ascensorista me miró de arriba a abajo.

—El horario de visitas ha terminado. Es hasta la seis. ¿Tiene el talón que verifique que usted está como acompañante de alguna persona enferma?

Parpadeé algo apenada.

—No, vine a ver al doctor Darien Shields.

—Perdón, el tercer piso es para pacientes en terapia intensiva —mis labios titubearon nerviosos ante sus palabras—. En este horario usted no puede subir.

Resoplé resignada y, cuando atinaba a salir del ascensor, una fugaz figura masculina entró en él.

—Buenas. Tercer piso por favor.

¡Darien!

¡Oh, por Dios! Se veía tan hermoso en su bata de hospital; pulcro, vanidoso y orgulloso. Miró hacía mí con sorpresa, como si recién se percatara de mi presencia y aquello, ¡diablos!, eso me dolió. No se veía muy emocionado, es más, se vislumbraba cierta amargura en todo su ser.

—¿Ah? —musitó como no comprendiendo mi concurrencia al hospital, aunque finalmente abrió los ojos como platos, saliendo de aquella ensoñación en la que parecía haberse embarcado—. ¡Ah, si! Ella viene conmigo —dijo finalmente mirando con una sonrisa amable a la ascensorista—. Tengo que darle un parte médico —mintió.

Ella nos observó de reojo por un instante con las mejillas encendidas. Y ese instante me sirvió para comprender el poder del atractivo de Darien sobre las mujeres. Aunque siempre fue así estando y no estando conmigo. Siempre mi novio llamó la atención de la platea femenina.

La mujer (fea, entrada en edad, y no agrego todo esto solo por celos) no dijo nada más y presionó el número tres del panel de control. Apenas sentí el primer movimiento, me balanceé hacia Darien, agarrando por instinto su brazo. Miré hacía arriba con el calor ardiendo en mi rostro y él se mantuvo impoluto, mirando vacíamente hacía la nada, sin prestarle atención a mi atrevimiento. Sentí mi corazón en la boca, un rápido y fuerte latido en mi garganta, y lo solté inmediatamente. Bajamos del ascensor.

♡ La niña de mis ojos 2: Revelación (Sailor Moon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora