CAPÍTULO IV: Acercamiento

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DARIEN POV

El viento juega traviesamente con los mechones de mi pelo mientras me detengo un instante, casi hipnotizado, a observar el redondo diamante en lo alto del cielo. Aquella esfera divina que tantos mitos esconde, perdidos ente la majestuosidad de Artemisa y el carruaje dorado de la mismísima Selene. Es extraño pero cada vez que la miro una ola de tranquilidad abraza mi maltrecha alma. Solitaria, rodeada de oscuridad y acompañada únicamente de infinitas estrellas lejanas, quienes escoden variados enigmas para la humanidad. ¿Acabo de describirme a mí, o a la Luna? No lo sé. Supongo que somos parecidos, después de todo se ha convertido en mi Cenicienta, ella es actualmente mi cita de medianoche.

Acomodo mi antifaz y vuelvo a ponerme mi galera. Sigo el camino de piedra iluminado por su majestuosa luz. Un, dos, tres, cuatro. Comencé a escalar la pared de ladrillos color terracota a través de la enredadera, como si fuese el cabello de una Rapunzel. Me sostuve del barandal banco y, con un ágil movimiento, me adentré en él. Luego abrí las enormes puertas de vidrio, pulcras y que reflejaban un universo lejano, adentrándome en el cubículo oscuro, cerrándolas con cuidado. Me di vuelta caminando hacia mi escritorio, sacándome la galera y el antifaz.

Encendí la luz.

Darien, Darien, Darien..

Mis ojos se alzaron con sorpresa hacia la figura de mi medio hermano sentado cómodamente sobre mi cama. Una mirada vagabunda y llena de cansancio adornaban sus ojos celestes, y sus cabellos dorados estaban más desordenados de lo común.

—Armando —susurré con sorpresa—, ¿qué diablos haces en mi dormitorio?

—Baja el tono de voz —pidió.

—¡Primero contéstame tú! —grité aplastado sus palabras, con los puños crispados.

—Oh, tranquilo, mi querido frére. Es realmente curioso como todo asomo de educación cambia cuando estás frente a mi.

—Es que ya me tienes cansado. Involúcrate en tus asuntos. Sólo eso —pedí comenzando a deshacer mi corbatín—. Vete —pedí balanceando mi mano en ademán de que se retirara—, estoy cansado. Hoy ha sido un día agitado.

—Realmente estoy preocupado por ti —sus cejas se alzaron en una triste curvatura.

—Otra vez a comenzar con eso —manifesté con la voz plana—. Te preocupa tu reputación. Esa es la pura realidad.

—Darien, aunque en parte tienes razón, bien, veras, vienes de una buena familia —dio un largo suspiro y comenzó a alzar poco a poco su voz—. ¿Qué es eso de andar robándole a los ricos como si fueras un Robin Hood resucitado? De verdad das vergüenza. Desde el inmenso golpe que te diste hace diez meses en tu trastornada cabezita, no has vuelto a ser el mismo. Si supieras como te he cuidado y todo lo que he hecho por ti. Ahora no te mereces nada. Te has convertido en un muchacho rencoroso y lleno de odio. ¡Tan frío!

—¡No eres ejemplo de nada Armando! —retruqué—. ¿Por qué no te vas a los puti clubs que suelen frecuentar tus amigos ricos? ¡Así dejas de joderme de una maldita vez! Es fin de semana, ve a follarte alguna de tus amigas, ¡y deja de molestarme!

Armando se levantó de la cama.

—¡Hago de mi vida lo que quiera pero eres mi familia y si lo que estas haciendo de algun modo afecta mi vida, pues, debo entrometerme!, ¡así de simple!

Caminé con paso apresurado hasta él y lo agarré de las solapas de su pijama.

—Por última vez, querido hermano —susurré entre dientes con el tono frío como un iceberg—. Casi el setenta por ciento de mi vida me las he arreglado solo, a veces madurando a golpes, ¡ya es tarde para intentar reorientarme!

♡ La niña de mis ojos 2: Revelación (Sailor Moon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora