XI - Rumbo a Transylvania.

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Dennis se levantó como si un sargento se lo hubiera ordenado, lo que no estaba muy lejos de la realidad, ciertamente, y trató de irse, pero una nueva orden... expresión, de Clarisse, lo hizo detenerse en el acto. Se volvió muy despacio, esperando lo que le vendría, enfocó la vista en la morena y la vio venir a un paso tan calmado que daba miedo, en su mirada se podía ver las ganas de desquitarse.

Al verla así le hizo recordar la única vez que conoció el cómo era ella cuando estaba enojada: fue hacía unos dos años, cuando no llevaban ni un mes de conocerse, iban devuelta a sus respectivas casas cuando un maleante le arrancó el bolso a Clarisse. Si ese hombre hubiera sabido lo que le esperaba. Recordó que intentó detenerlo, sin embargo, cuando iba a ir por él, Clarisse ya lo había alcanzado a poco más de media cuadra, le había hecho un placaje y se había sentado a horcajadas sobre él, propinándole golpes sin detenerse. Llegó a sentir pena por el pobre ladrón, y lo peor no fue eso, sino que cuando por fin recuperó su bolso y vio que el maleante le iba a dar un golpe, se defendió de una manera sorprendente, llegando al punto de que le quebró ambos brazos. Ese mismo día aprendió dos cosas: Clarisse era cinta negra en Kung Fu, y no hacerla enojar bajo ningún concepto.

Agradecía a todos los dioses que su padre tomó la inteligente decisión de casarse y tener un hijo con una vampiresa. Él no podía morir, hiciesen lo que le hiciesen, y su sanación era acelerada, pero eso no quitaría el hecho de que le dolería. Lanzó una mirada de soslayo a Winnie y por suerte notó que ella no lo miraba, sino que aún tenía la vista fija en Wilbur, quizá aún no se creía lo que vio, porque si llegaba a verlo, notaría cómo estaba: muriéndose por dentro.

Por un momento se le pasaron por la mente todas las posibles llaves y ataques que ella usaría y no pudo evitar sentirse asustado. ¡Por favor, ni siquiera cuando tuvo que enfrentarse a Bella o a Alexis tuvo miedo! ¿Por qué ahora? Cuando volvió en sí. Clarisse estaba al frente suyo, con las manos en la cintura mostrando su enfado y dando repetidos golpes al suelo con su pie.

Dennis ahogó un grito, ¿cuándo llegó ahí?

—Clarisse, mejor amiga, compañera, hermana de otra madre —farfulló—; ¿me das cinco segundos de ventaja?

Clarisse no respondió al momento, y Dennis pudo sentir como los esos ojos marrones claros, como la piedra más fría, lo analizaban, como ideando la mejor manera de desquitarse. De pronto ella sonrió y se dirigió hacia Winnie.

—Winnie, ¿podrías ir un momento con Wil? —preguntó, batiendo las pestañas; «Por favor, hay que ser idiota para creer esa actuación.»

—Sí, claro. —Winnie asintió ida, sin apartar la mirada de Wilbur, todo en ella indicaba que estaba con la guardia alta: la oreja derecha dejó ver un atisbo de movimiento, parecía que en cualquier momento saltaría a atacar. Y se veía hermosa así.

«No es momento —se reprendió—. Ahora preocúpate por tu inminente muerte.»

Dennis vio como la única que podía interceder por él se iba a paso lento, parecía que el destino se burlaba descaradamente del pobre chico. Cuando vio que la loba llegó con su hermano pudo oír la voz de la morena.

—¿Se puede saber qué hacías? —preguntó, calmada, pero con el tono de alguien dispuesto a pelear.

—Este yo... Bueno, recopilábamos información para... —titubeó—, para... para un asunto de Winnie. Sí —asintió con un intento de sonrisa segura, aunque salió temblorosa—, eso mismo.

Clarisse arqueó una ceja, entre enojada y divertida. Dennis notó ese gesto y supo que la cosa no estaba tan mal como pintaba, podía salir de esa; claro, si usaba las frases correctas. Sin embargo, ella esbozó una sonrisa maliciosa, que tiró por el suelo sus pocas esperanzas.

I'm in love with a monsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora