Él era rosa,
Ella pensaba,
Ella decía.
Él era rosa.
Con su sonrisa,
Con su alegría,
Con su mirada,
Con sus palabras
Y con sus labios.
Pero ella no veía que espinas también tenía.
Él era espinas,
Con su corazón,
Con sus lágrimas,
Con sus llantos,
Con sus lamentos
Y con su tristeza.
Ella no quería ver que cada vez las espinas se le clavaban más profundo,
Que sus pétalos se marchitaban,
Y que su sonrisa era fingida,
Que le dolía.
Ella escribía con sangre,
Con sangre derramada,
Que corría por sus venas,
Donde quedaban clavadas las espinas de él.