Capítulo 5

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Capítulo 5

Brittany estaba asombrada por haber llegado tan lejos. Por suerte, había caído en la cuenta de coger el bolso cuando Luke y ella abandonaron el coche en la autopista.

Había agua por todas partes. Al llegar, se enteró de que había muerto gente ahogada.

Logró que los llevaran en coche un rato y después caminaron el resto del camino hasta el hotel. Luke estaba agotado y con un susto de muerte encima el pobre.

Brittany intentó ponerse en contacto con Sam, pero el teléfono del hotel estaba cortado.

Brittany entró en el hotel con su hijo exhausto en brazos. Estaban mojados hasta los huesos y era más que probable que parecieran dos indigentes. Por un momento, el recepcionista estuvo a punto de echarlos, pero Brittany enseguida sacó su tarjeta de crédito y pagó por una suite grande. En Caracas, era así como se arreglaban las cosas.

Lo primero fue ocuparse de Luke. Brittany lo bañó y pidió algo de comer al servicio de habitaciones. Después se duchó ella y al poco los dos estaban envueltos en los albornoces de rizo del hotel. Casi antes de acabar de comer, Luke se quedó dormido como un tronco. Brittany lo llevó al segundo dormitorio, lo acostó y cerró la puerta antes de volver a la salita de estar.

Por fin, Brittany dio rienda suelta a la angustia acumulada durante todo el día. Ya no tenía que ser fuerte por Luke. Cuando dejaron el coche, la ciudad era una locura. La gente gritaba, la calle se estaba hundiendo bajo sus pies y todo el mundo corría. La baraúnda casi los tira al suelo. No había pasado tanto miedo en su vida.

Después, mientras avanzaban penosamente, se había ido haciendo de noche y la oscuridad lo había cubierto todo. Algunas partes de la ciudad se habían quedado sin luz y la negrura de la noche lo había vuelto todo aún más terrorífico.

Habían caminado durante horas hasta que tuvo que coger a Luke en brazos porque estaba demasiado cansado para seguir andando. Debían de tener un ángel de la guarda velando por ellos, porque, aunque habían acabado atravesando uno de los barrios más peligrosos de Caracas en medio de la tormenta, no habían tenido ningún problema que no fuera la propia tormenta.

A medida que se acercaban al centro de la ciudad, habían empezado a encontrar algunas farolas encendidas. Habían tenido la suerte de encontrar un taxi y Brittany le ofreció 500 dólares al taxista por llevarlos al Caracas Hilton. Habían tardado una hora en llegar, pero al menos estaban a salvo y a cubierto.

Brittany se sentó y se abrazó las rodillas. Acurrucada como una niña asustada, se permitió llorar. Estaba agotada y tenía las emociones a flor de piel. Pero, sobre todo, se sentía sola.

Permaneció un buen rato ajena a todo lo que la rodeaba, hasta que un timbre insistente la devolvió a la realidad. Miró a la puerta y se dio cuenta de que la estaban llamando.

— Brittany, Brittany, por amor de Dios, ¡Abre la puerta! —

Se levantó y fue a la puerta casi de un salto. La abrió de par en par. Ninguna de las dos mujeres supo con certeza cuál de ellas se movió antes, pero, un segundo después, Santana abrazaba a Brittany con fuerza. Brittany empezó a temblar y a sollozar.

—Ya estás a salvo, Britt. Estás a salvo —le susurró Santana, con el rostro hundido en su cabello. — Se acabó. Se acabó. —

Brittany alzó el rostro y miró a Santana a los ojos. Santana le enjuagó las lágrimas con el pulgar y sus labios rozaron los de Brittany con suavidad. Después la abrazó de nuevo.

—Estás agotada. Vamos, Britt, yo cuidaré de ti —le dijo con dulzura.

Brittany estaba agotada. Había sobrepasado su límite. Hundió el rostro en el cuello de

Santana y se dejó llevar por la calidez de sus brazos y la suavidad de su cuerpo.

—¿Dónde está Luke? —

—Está dormido. Santana... casi nos ahogamos. Ha sido horrible. — Brittany empezó a llorar de nuevo.

—Lo sé Britt, lo sé. Pero ahora estás a salvo. —

Santana se volvió y cerró la puerta de la suite, que seguía abierta.

—¿En qué habitación está Luke? —

—En ésa —musitó Brittany débilmente, señalando el cuarto de su hijo—. Estaba aterrorizado. Odio vivir aquí. Quiero irme a casa. Odio vivir aquí. —

Brittany se dejó guiar al interior de la otra habitación, refugiada en el abrazo de Santana.

—Podemos hablar de dónde quieres vivir mañana, Britt, mañana. Quiero que te acuestes, Britt. Lo que necesitas ahora es descansar. —

Santana se quedó de pie, a oscuras junto a Brittany. Cuando se disponía a alejarse, Brittany se asustó y la agarró de la mano.

—No te vayas. Por favor, no te vayas. —

—Me quedaré contigo. No voy a dejarte —le aseguró Santana, acariciándole la mejilla con ternura.

Santana la ayudó a meterse bajo las sábanas. Entonces se alejó un paso y empezó a quitarse la ropa ella también. Brittany esperó, sin decir nada. Tan pronto como Santana se metió en la cama y se volvió hacia ella, Brittany se acurrucó en sus brazos.

Santana le acarició el pelo con parsimonia, hasta que oyó que la respiración de Brittany se calmaba. Finalmente, se quedó dormida.

Santana la abrazó, mientras afuera continuaba la tormenta. Nunca había abrazado a una mujer sólo para consolarla. Siempre lo había hecho en busca de placer. Le gustaban tanto los hombres como las mujeres, pero tenía que admitir que, si le daban a elegir, prefería a una mujer como amante, a pesar de que, luego, siempre era más difícil librarse de una amante que de un amante cuando se hartaba de ellos.

Santana había deseado a Brittany Evans desde el primer momento en que la vio.

Normalmente habría satisfecho su deseo sin pensarlo dos veces. Pero, en esa ocasión, una voz en su interior la había hecho mantenerse a distancia desde el principio. Y luego estaba la propia Brittany, claro. Nunca estaban de acuerdo en nada.

Brittany quería cambiar las cosas y Santana detestaba que la gente se entrometiera en sus asuntos. Había tenido muchas oportunidades de trasladar a Sam Evans, pero no lo había hecho. Ni siquiera después de que Brittany tuviera la osadía de vaciarle un vaso de agua encima. Cualquier otra persona no habría vivido para contarlo. Santana bajó la vista y la posó en la mujer que tenía entre sus brazos. Notaba una sensación extraña en su interior. Una sensación que, poco a poco, se extendía por todo su cuerpo. Brittany estaba aferrada a ella. Santana la abrazó más fuerte y hundió el rostro en su cabello. Se durmió, arrullada por la sensación de tener a Brittany Evans entre sus brazos y con la confianza de que no iba a apartarla de su lado.

Por Amor - Brittana (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora