Capítulo 16

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Capítulo 16

Los sonidos del horror que la rodeaba martilleaban su cerebro. Unos cuantos sirvientes entraron a toda prisa, seguidos por Nona. Luke lloraba. Brittany estaba paralizada y Santiago la sostenía por detrás. Santana parecía una muñeca de trapo, apoyada en él sin vida.

Nona ordenó a los sirvientes que cerraran puertas y ventanas y que se ocuparan de que no entrara ningún otro invitado. Los disparos habían despertado a muchos de los ocupantes de la casa y el rumor de voces se oía cada vez más cerca.

Santiago fue el primero en reaccionar. Guió a Santana y la hizo sentar en una silla cercana. Ella no se movió. Santiago supuso que estaba conmocionada, pero, en cuanto la soltó, ella se levantó y trató de ir hacia Brittany.

—¡Brittany! ¡Brittany! —gritó, mientras Santiago la sujetaba.

El llanto de Luke se volvió más histérico y el niño se aferró a su madre.

—¡Mami! ¡Mami! —

—¡Brittany! Por favor... ¡Por favor Brittany! —suplicaba Santana.

Sam empezó a ponerse de pie. Nona le indicó a uno de los criados que lo ayudara a sentarse en el sofá y fue hacia Santana.

—Mi ángel, ella no es para ti —le dijo con ternura.

—Yo la amo. Es mía, Nona. ¡Yo la amo! —grito Santana.

—No mi ángel. Ella no es para ti. —

Nona la estrechó contra su pecho con fuerza. Santana dejó escapar un grito que contenía todo el dolor de su alma y lloró en brazos de Nona.

—Yo la amo. . .Yo la amo —gimoteó como una niña pequeña.

Santana cayó al suelo en brazos de Nona y ésta la acuno cariñosamente. Santiago fue junto a Brittany y la ayudo a levantarse. Sus ojos se encontraron durante un breve instante.

—Esto aún tiene arreglo —le susurró a la mujer.

—No..., no lo tiene. —

Brittany tomó a Luke en brazos y fue hacia Sam.

Santiago tomó el mando de la situación. Para Santana era como si el mundo se hubiera detenido. Sabía que todo se había terminado. Lo había visto en los ojos de Brittany... Y aun así, por alguna razón, era incapaz de aceptarlo.

Santana se despertó en un mar de confusión y se dio cuenta de que había perdido la noción del tiempo. Sabía que habían llamado al médico y que Sam se recuperaría de su conmoción. No lo había matado. Le había quitado todo lo que le importaba y lo odiaba más que nunca. Entonces cayó en la cuenta de que Brittany se iría con él.

Como cuando su madre se fue, tenía los sentidos embotados, como si ya no fuera capaz de oír, oler, saborear. Pero si algo sabía era que tenía que encontrar a Brittany.

¡Tenía que encontrar a Brittany ya!

Decidida, salió de su habitación. Tenía que encontrar a Brittany. Tenía que convencerla de que se quedara. No podía dejarla marchar. Tenía que hacer que...

Santana sacudió la cabeza. Había perdido el control. Lo único que sabía con certeza era que su vida había acabado. Nada la había preparado para aquello. Era emoción pura, desbocada, desenfrenada.

Registró la casa y después salió a la veranda que corría a lo largo de la segunda planta de la hacienda. En cuanto volvió la cabeza vio la silueta de Brittany. Esta se volvió hacia Santana en el mismo momento, de manera Instintiva. Sus ojos se encontraron: los unos, inseguros; los otros, tristes.

En un abrir y cerrar de ojos, Santana se plantó delante de Brittany y le extendió la mano.

Brittany dio un paso atrás. —No —leyó en sus labios.

Santana se quedó clavada en el sitio, con las manos extendidas, y dejó escapar un gemido de dolor. —No te vayas... —

Brittany se limitó a negar con la cabeza. Las lágrimas rodaban por sus mejillas.

—No puedo quedarme aquí... Trata de entenderlo—

Brittany se tapó la boca con la mano para sofocar el llanto. Santana la abrazó con brusquedad. Intentó besarla, pero Brittany la apartó de un empujón.

—¡No! — Brittany se alejó de ella.— ¡No! ¡Con desearlo no basta! ¡No puedo quedarme aquí! Mire donde mire... todo a mi alrededor... la violencia nunca acaba. —Brittany se rodeó el vientre con los brazos— No traeré a otro niño a este país... No puedo vivir así. —gimió.

—Podemos irnos de Venezuela las dos juntas. Iré donde tú quieras —rogó Santana con un brillo salvaje en los ojos.

Brittany notó la desesperación en su mirada.

—No..., no puedo hacerlo —musitó, con la mirada baja.

—¿No puedes o no quieres? —

Santana no volvió a intentar tocarla. Tras varios minutos, Brittany levantó la vista y la mujer que halló frente a ella la sorprendió. La Santana que tenía delante era fría y había recuperado el control. Se acercó a la barandilla y se volvió poco a poco.

—Copeco tiene oficinas en Texas. A Sam le irá bien allí. Le ofreceré tanto dinero que no lo podrá rechazar. Tu hijo crecerá en un país civilizado y tu bebé será estadounidense. Te convertirás en una esposa de Copeco más. Tu marido tendrá una amante o alguna que otra aventura de vez en cuando y después volverá a casa y te follara cuando tenga tiempo. —

Brittany asintió sin habla al discurso de Santana.

—Santana... — trató de decir.

Santana levantó la mano para hacerla callar.

—No hace falta que me des las gracias. Llegará un día en que maldecirás mi nombre. Porque éste es tu castigo Brittany. Me odiarás por esto. —

Brittany retrocedió. La mujer que veía ante sus ojos se había convertido en una extraña.

—Te arderá la sangre, como me arde a mí. Soñarás con que te toque, con que te bese. Me desearás cada día durante el resto de tu vida. ¡Yo te maldigo Brittany! ,

Jamás volveré a tocarte. —

Santana dio media vuelta y se alejó.

En unos días, Santiago lo tuvo todo organizado. Sam, Luke y Brittany volaron de regreso a Caracas. Sam había aceptado las disculpas y entendió las condiciones sin abrir la boca. Aceptó el ascenso y empezaron a preparar su vuelta a Estados Unidos para las próximas semanas. Brittany no volvió a ver a Santana antes de salir de la Hacienda Virago. Sam nunca le pidió explicaciones.

Por Amor - Brittana (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora