Capítulo 19

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Capítulo 19

El grito de una mujer se oyó en la noche. Todos sabían que lo mejor era no intentar ir a ayudar. Los sirvientes habían aprendido a cerrar los ojos y a hacer oídos sordos. Les pagaban bien por su silencio.

Las mujeres entraban y salían. Algunas salían mejor, otras peor de lo que entraban, pero ninguna se quejaba. Se marchaban con los bolsillos llenos de dinero y si la verdad fuera dicha, si se les diera la oportunidad, volverían a por más.

Estaba oscuro y las dos figuras yacían sobre la cama, al fin colmadas. Santana se levantó y caminó desnuda hacia las puertas de cristal. Las abrió y dejó que entrara el viento. Se avecinaba tormenta. Se olía en la tierra y en el aire. Iba a ser una tormenta de las más fuertes.

Santana salió a la veranda y dejó que la brisa le acariciara la piel. La luz de la luna bañó su cuerpo y ella miró hacia arriba para sentir su caricia. Lo único que oía era el silbido del viento arremolinándose en torno a ella. Aspiró la tormenta con gozo y se refugió en su interior. De repente oyó música. Estalló un relámpago y el sonido de un trueno hizo retumbar la tierra. De nuevo, se hallaba en la oscuridad.

Vio una sombra por el rabillo del ojo. Se volvió y escudriñó la penumbra, sin dar crédito a sus ojos. Se moría de ganas de tocarla. Oyó otro trueno. Los elementos estaban jugándole una mala pasada a sus sentidos. La sombra extendió una mano hacia ella.

—¡Brittany! —

Santana sostuvo a la mujer entre sus brazos y buscó sus labios ardientes, prometedores y apasionados. Pero aquel cuerpo no encajaba. Sus labios no eran tan cálidos ni arrebatadores. Cerró los ojos con fuerza y la apartó de un empujón. Un nuevo relámpago iluminó el balcón. Santana vio a la chica en el suelo. Como siempre, al final todas la miraban con temor.

—¡Vuelve dentro! —bramó Santana.

La chica se levantó y volvió al dormitorio. Santana miró a su alrededor. Se sintió ridícula y la ira volvió a dominarla.

No regresó al dormitorio hasta que sus fantasmas estuvieron de nuevo bajo control. La joven se estaba vistiendo.

—Pensé que querrías estar sola —le dijo con delicadeza. Un nuevo relámpago estalló en el cielo, seguido de trueno.

—Todavía no. Aún quiero follar. Ven aquí e inclínate. — Santana fue hacia ella y le desgarró el vestido, con creciente rugido de la tormenta de fondo.


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Brittany despertó de golpe y se incorporó en la cama. Miró a su alrededor, sin saber muy bien qué esperaba encontrar. Observó los relámpagos que destellaban tras las ventanas. Se avecinaba tormenta. Aquello era lo que debía de haberla despertado, racionalizó. Miró al otro lado de la cama, donde Sam dormía profundamente. Volvió a acostarse y se quedó mirando la oscuridad.

Odiaba despertarse así en mitad de la noche. Tenía la impresión de que la oscuridad se burlaba de ella. La misma oscuridad que una vez había sido fresca y acogedora se le antojaba ahora extraña y amenazadora.

Se levantó y salió del dormitorio, como hacía siempre que se despertaba en mitad de la noche, lo cual le sucedía a menudo desde hacía años. Atravesó la casa a oscuras, fue a ver a Luke y después a su hija Susan. Tras asegurarse de que los dos niños estaban bien y dormían plácidamente, se dirigió al salón y se sentó en el mullido sofá blanco repleto de cojines. Fue como si se hundiera en él. Se rodeó con los brazos en ademán protector.

De pronto la invadió una necesidad que conocía demasiado bien. Brittany cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás. Dolía mucho recordar, pero su condena era no ser capaz de olvidar.

Por Amor - Brittana (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora