Capítulo 8
—Santana, no puedo ponerte más protección. —
—Carlos, ¡he pagado mucho dinero para que cosas como ésta no pasaran! —
—Santana, cálmate. Ya sabes que valoro mucho tu apoyo y tu amistad. Te prometo que me aseguraré de que se haga justicia. —
—Señor presidente, estoy perdiendo veinte mil barriles de petróleo al día. No me vengas con que estás haciendo todo lo posible. —
—Santana, te pondré protección militar. —
—No quiero protección militar. Las torres son mías, no quiero soldados cerca. Y no intentes jugar a ese juego conmigo, porque usaré todo mi poder para acabar contigo—lo amenazó.
—No, amiga mía. Era una oferta de ayuda sincera —le aseguró el presidente Carlos
Arturo Padrón, con su tono más diplomático.
—Seguro que sí, señor presidente. Gracias, pero no. No necesito que intervenga el ejército. —
—Muy bien, pues. Seguimos en contacto. Cuento con tu amistad. —El presidente guardó silencio, en espera de que Santana respondiera.
—Por supuesto señor presidente. Tienes mi amistad. —Tras reafirmarle su apoyo, Santana colgó el teléfono.
—Ese hijo de puta... Me gustará enterrarlo —pensó—. Tiene los días contados. —
Las protestas estallaban en los momentos menos pensados y el malestar social empezó a hacerse patente en los niveles más altos. La seguridad se convirtió en un elemento de suprema importancia en todos los actos privados o públicos.
Copeco celebraba una gala benéfica para el Museo Bolívar y había guardias armados apostados para asegurar la buena marcha de los acontecimientos. Todos los ejecutivos de Copeco estaban obligados asistir.
Santana, que normalmente detestaba aquel tipo de eventos, estaba ilusionada y nerviosa. En cierta manera, en los últimos tiempos había estado más centrada que nunca y no había nada que escapara a su control. Se las había arreglado para no perder de vista su objetivo; el mundo estaba cambiando a su alrededor y estaba decidida a ser uno de los catalizadores.
Era una reina y el enjambre zumbaba en torno a ella. Los gobernaba a todos con confianza y seguridad al menos hasta que vio por el rabillo del ojo, a Brittany Evans entrar en el salón de baile.
Sam tenía el brazo en torno a la cintura de su esposa, en un gesto posesivo. En ese instante, la compostura de Santana se resquebrajó por completo. Sin apartar los ojos de ellos, observó cómo iban de grupo en grupo, saludando a los presentes.
Santana contempló el cuerpo de Brittany y de nuevo, el fuego que creía mantener bajo control la devoró por dentro. Justo en ese instante, Brittany miró en su dirección; se diría que había percibido la llamada animal. Sus ojos se fundieron. Y en los de Brittany se reflejaba el mismo deseo.
Brittany se apartó de Sam y fue hacia Santana, como si respondiera a una orden. Santana no apartó la mirada. Antes de que pudiera darse cuenta, tenía a Brittany delante de ella.
—Tengo que hablar contigo —musitó.
—Sí —fue lo único que Santana acertó a contestar—. Ven conmigo. —
Brittany la siguió. Se metieron en un despacho. Brittany se le acercó lentamente y
Santana se quedó petrificada.
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Por Amor - Brittana (Adaptación)
FanficBienvenidas a un mundo donde el petróleo es amo y señor, la pasión se impone a la razón, y la gente vive bajo la constante amenaza de guerra civil. Un mundo donde Santana López se mueve como pez en el agua. Al contrario que Brittany Evans, cuyo mari...