Capítulo 7

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Capítulo 7

Santana entró en la sede central de Petróleos Copeco con paso firme. Era la jefa, y eso era lo único que había importado siempre. Tenía el control y todo el mundo lo sabía y se apartaba de su camino cuando la veían acercarse. Al dirigirse a su despacho, localizó a Sam Evans enseguida. Cuando él la vio llegar, se levantó para saludarla.

—Señora López. —

Ella respondió con una inclinación de cabeza.

—Acompáñame —le dijo sin más. Él la siguió hasta el interior de su despacho—

Siéntate —le dijo, mientras rodeaba su mesa y tomaba asiento. Sam se sentó al punto. Había ido directo a la oficina y llevaba horas intentando llamar a casa, sin éxito.

—Sam, ¿Qué ha pasado en mi torre? —Santana fue directa al grano.

—Al parecer fue una explosión provocada. Hemos encontrado los restos de un pequeño detonador. Aún lo estamos investigando. —

—Te has librado de Curbelo? —

—No he podido localizarlo. Me he enterado de lo de su familia. —

—Sí, ha sido una desgracia. ¿Se lo has notificado ya a las autoridades? —

Santana no quería dejarse llevar por sentimentalismos.

Había aprendido muy pronto en la vida que las emociones eran una debilidad. En los negocios no había lugar para la compasión. Su padre se lo había enseñado bien.

Aunque era una mujer, y no el hijo que habría querido, lo había hecho sentir orgulloso de lo rápido que aprendía. Una vez le había dicho que era más hombre que ninguno de los que había conocido y que estaba muy orgulloso de cómo llevaba la empresa.

Santana siempre había buscado la aprobación de su padre. A ojos de éste, su hermano Santiago era débil. Lo único a lo que Santiago aspiraba era a llevar el rancho. Era feliz sólo con cuidar la tierra. Alejandro López lo había intentado todo para endurecer a su hijo, cómo él decía, pero Santiago se había mantenido firme en sus convicciones.

Entonces, un día, fue como si Alejandro López reparara al fin en su hija. Se dio cuenta de su aguda inteligencia y de su afán de superación. Su mayor deseo era complacerlo y complacerlo fue precisamente lo que hizo. Se esforzó por ser la mejor en todo.

Su padre le enseñó todo lo que consideraba importante: le enseñó a disparar y a montar a caballo sin miedo. Le inculcó su deseo de vencer y conquistar. Le enseñó a controlar y manipular a las personas y la convirtió en el heredero que habría de mantener y hacer crecer su imperio.

Y, sobre todo, le enseñó a no necesitar a nadie. Antes de morir, contempló con orgullo su creación. Verdaderamente, era todo lo que habría podido esperar, incluso más. Era autosuficiente. La había hecho fuerte. Gracias a él, Santana era capaz de estar sola.

La había convertido en la mujer que en aquel momento estaba cara a cara con Sam Evans, interesada sólo en los hechos y no en los detalles superfluos. Sam no era especialmente dado a las sensiblerías, pero incluso él no podía menos que sorprenderse ante el desinterés que mostraba Santana por las pérdidas humanas.

—Aún no he podido contactar con la policía... — Santana lo interrumpió.

—Bien, nos ocuparemos nosotros. A partir de ahora el asunto queda fuera de tus competencias. Dale a Estés todos los detalles y regresa a la torre. Quiero que refuerces la seguridad Sam. Y no admitiré más retrasos en la producción —ordenó sin pestañear—. ¿Te has encargado de reemplazar al personal que has perdido? —Al no recibir respuesta, levantó la vista de los documentos que estaba ojeando.

Por Amor - Brittana (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora