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—Chandler, cariño. — murmuró la señora rubia con una alegre sonrisa al colocar una bandeja de pequeños cupcakes en la mesa, frente a su hijo que leía un libro. —Te he traído una merienda... — informó la señora, el chico perezosamente sacó la mirada de su lectura para dirigirla hacia su madre, que lo miraba a el con una gran sonrisa, la joven mujer se sentó a un lado de su hijo que miraba directamente a los pequeños postres que su madre le había traído, tomó uno que tenía crema de un color verde pastel y le quitó el papel de color que envolvía la parte de abajo.

—Gracias...— susurró cuando le había dado una pequeña mordida, la señora sonrió sin mostrar sus dientes y se acomodó mejor en el sofá a un lado de su hijo, miró uno de los pequeños postres y tomó uno de un color azul.

—Mi amor... — llamó la señora a la vez que mordía lo que ella había preparado. Chandler la miró atento. —Drew renunció. — informó.

Y Chandler asintió despreocupado, no era la primera vez que alguno de los cuidadores se rendía a las pocas ganas que él tenía de vivir y a su negatividad. El entendía que no muchas personas podían soportar ese comportamiento tan negativo y depresivo por su parte, así que él que su sexto cuidador de estos dos últimos meses renunciara no le era algo tan inesperado. Para algunas personas la actitud de Chandler podía ser molesta. Otros, simplemente terminaban por ignorarlo.

—Chandler, es el séptimo este mes. — explicó su madre, al parecer la cuenta que llevaba el chico era errónea. —Sabes perfectamente que yo necesito trabajar...— lo miró con ojos de necesidad. —Ayudame un poco, hijo. — el chico asintió mirando el suelo.

—Lo siento, mamá. — se disculpo, la señora colocó su mano en la mejilla de su hijo.

—He encontrado ya a alguien. — informó, Chandler no se asombró por aquello, sabía que su madre no podía perder tiempo. —Es un gran chico, y es una persona muy encantadora. Es alguien muy feliz. — comentó. —Pero necesito que pongas de tu parte... Por favor, bebito. — pidió, el chico se sintió mal por su madre y asintió mirándola. Ella sonrió y abrazó a su hijo.

—Lo intentaré. — murmuró Chandler sincero, la señora lo abrazó aún más fuerte. Por mucho que lo dijese a Chandler le costaba cambiar de parecer respecto a su opinión de la vida.

—Gracias, Chandler.—

CYSTIC FIBROSIS; AUSDLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora