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—Lamento tu perdida, Austin. — murmuró la mujer días antes de avisarle a su hijo lo que había pasado. Austin negó.

—No importa, ella así lo decidió. Parecía muy tranquila, pero estaba mal. — la mujer se le ponían los pelos de punta tan solo escuchar al chico, pensar que tenía que vivir con eso toda su vida, sintió lástima por el, incluso tuvo un pequeño impulso de querer abrazarlo y decirle que todo estaría bien como lo haría con su hijo, pero decidió quedarse donde estaba. —De todas formas le pedí que viniera porque sé como está Chandler, sé su problema, quiero ayudarlo. —

La mujer hizo una mueca y se adelantó a hablar.

—Eres muy joven, Austin, no necesitas hacer esto, podemos esperar, Chandler... El, el podrá...— Austin la calló.

—Ambos sabemos que el no va a poder. ¡Es necesario! Por favor, déjeme, si tan solo yo.. — ahora fue el turno de la mujer interrumpirlo.

—¿Tienes idea de lo que sucedería? ¿Lo que dejas? ¿A lo que renuncias? Vas a cumplir 19 años, eres grande, ya deberías saber las consecuencias de tus actos. — la mujer le regañó, sin poder creer aún el por qué de ella estaba ahí. Austin suspiró.

—No renuncio a nada porque no tengo nada. El lo tiene todo, y quiero que eso siga así. — la mujer meditó en silencio, y afirmó con su cabeza después de un largo rato.

—Voy a necesitar que firmes algunas cosas, debo hablar con el, y tu también deberías pasar a verlo antes. — habló ella levantándose y saliendo casi sin mirarlo, pero no necesitaba hacerlo para que el supiera que tenia lágrimas en los ojos. Asintió y cerró la puerta una vez que se fue. Cerró los ojos y deslizó su espalda hasta llegar al suelo, dejó salir un par de lágrimas que limpió con su suéter, se levantó y caminó a la cocina. Casi podía imaginar a su madre detrás de la barra, cocinando algún buen plato, cuando todavía no era adicta, a pesar de todo siempre supo como ocultarlo, y agradeció el esfuerzo que ella hacía para no dejarse ver en ese estado por su hijo.

Soltó un largo suspiró y miró una cajetilla de cigarros casi vacía en la mesa que alguna vez perteneció a ella, sonrió irónico y la tomó para lanzarla a la basura.

“ya deberías conocer las consecuencias de tus actos. ”

Las conozco muy bien, señora Riggs, por eso hago lo que hago.

CYSTIC FIBROSIS; AUSDLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora