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Ese día por la tarde, Austin salió antes de la escuela porque un profesor había faltado, así que decidió irse directo a su casa a esperar a Chandler allí. El emocionado, preparó muchas meriendas para cuando el menor llegara, como panqueques, malteadas de chocolate e incluso tenía fresas con crema, colocó todo en la mesa y se sentó en el sofá a esperarlo.

Eran las 7:00 PM y Chandler no llegó.

Austin pensó que ya había esperado demasiado, con toda la comida intacta pero todavía con esperanzas, tomó su chaqueta y salió a casa de Chandler, que quedaba solo a unas cuantas calles para saber qué había ocurrido, con suerte, solo se le habría olvidado, pero cuando tocó la puerta de la casa, la cual estaba completamente oscura, se dio cuenta que no había nadie allí.

El rubio dejó salir un gran suspiro y se sentó como indio en la acera de la casa, decidido a que cuando Chandler llegara el estuviera ahí para verlo, pero para su mala suerte comenzó a caer una gran lluvia torrencial, un poco desanimado pensó en irse, pero negó con la cabeza para el mismo y se quedó en su lugar, mojándose con aquel chaparrón. 

Eran las 8:45 PM, la lluvia aún no cesaba, Austin suspiró y se levantó del suelo, decidido a irse, pero borró aquél pensamiento cuando el lujoso auto de la madre de Chandler se estacionó frente a el. La madre salió primero del auto con un gran paraguas, lo miró impresionada pero no dijo nada, la rubia mujer tenía el maquillaje un poco corrido y se veía agitada, pasó por un lado de Austin y torpemente entró a la casa, saliendo de ella a los pocos minutos.

—S-señora Riggs ¿dón..? — Austin pronunció, pero la mujer no dijo nada, continuó su camino y se subió al auto para echarlo a andar a una alta velocidad, sin importarle que el amigo de Chandler estuviera todo empapado y ahora, preocupado.

CYSTIC FIBROSIS; AUSDLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora