03

634 95 20
                                    

—Ya me voy. — le avisé a mi mamá al día siguiente para irme a la casa de la señora Riggs que no quedaba tan lejos por los que podía ir a pie. Una vez allí toqué la puerta unas tres veces para luego ver a la rubia señora con su radiante sonrisa.

—¡Hola Austin! Ven, entra. — se hizo a un lado dejándome pasar, ella cerró la puerta y caminó frente a mi por su casa. —Te estaba esperando, tenía una reunión. — cantó riendo cortamente. Me guió pasando por la cocina hasta llegar a la sala de estar. —Dejame llamarlo, siempre está en su cuarto. — explicó dejándome solo en esa sala mientras yo comencé a mirar todo el espacioso lugar mientras la esperaba, cuando llegó frente a mi allí estaba el.

Era un chico bastante pálido, con cabello castaño y de baja estatura, sus ojos eran hermosamente azules, pero les faltaban algo, y sabía perfectamente que era brillo, su cabeza después de echarme una pequeña mirada fue dirigida al suelo sin decir palabra alguna, o mostrar siquiera alguna reacción que yo pudiese notar. Aunque no fue todo eso que me llamó la atención, sino, el pequeño tanque de oxigeno que estaba a su lado resguardado en una pequeña mochila a su medida color azul, que tenía un pequeño tubo transparente que conectaba con su nariz, enviándole el aire que estaba en el tanque.

El chico simplemente no me miró después de aquello, y todo nuestro alrededor fue reducido al silencio que hubo después de su llegada.

—Austin, él es Chandler. —

Yo sonreí y me acerqué a el provocando que elevase su vista.

—¡Hey! Yo soy Austin. — vi un pequeño índice de sonrisa en su rostro, lo que hizo que la mía se ensanchara más. Pero supuse que solo fue una ilusión.

—Bueno chicos, yo los dejaré solos. Tengo que irme. — la señora besó la coronilla de su hijo y se acercó a mi. —Todo lo que tienes que saber está en notas pegadas en el refrigerador. — yo asentí viendo como ella se marchaba. Vi como el chico tomaba la manilla de la mochila y comenzaba a caminar hacia la sala rodando la misma. Decidí seguirlo observando como se sentaba en el sofá mientras tomaba un libro y unos lentes de pasta gruesa de la mesa de centro. Hice una mueca y me senté frente a el.

—¿Por qué no nos conocemos?— pregunté luego de unos segundos de ver como pasaba las paginas rápidamente después de leerla.

—Yo te conozco. — replicó bajo aun sin levantar su vista del libro.

—¿Q-qué...?— pregunté confundido.

—Estás en la misma preparatoria que yo, Austin. — musitó. Yo asentí aun sabiendo que el no me estaba viendo.

—Pero yo quiero conocerte a ti. — expliqué. Vi como levantaba su mirada por primera vez del libro que leía, pero una vez más no podía descifrar alguna emoción por su rostro.

—Has estado ignorándome por unos... 3 años. — informó. —No es necesario que me conozcas ahora. —

CYSTIC FIBROSIS; AUSDLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora