20

269 42 8
                                    

Chandler abrió sus ojos lentamente adaptándose a la luz, sintiendo como si estuviese despertando de un sueño de tres días, su respiración era más pesada que de costumbre, sus mejillas yacían muy pálidas y sus manos muy duramente podían moverse al igual que sus piernas, se sentía cansado y con el cuerpo completamente adormecido, creyendo que en cualquier momento su respiración fallaría y no tendría energías ni para alcanzar el control en la mesa de noche que tenía a un lado y llamar a una enfermera, separó sus labios levemente para poder ayudarse a respirar mejor, pero solo pareció empeorar su pecho que subía y bajaba con irregularidad, sentía morir en cualquier momento pero no le preocupaba, ni siquiera se molestaba por intentar alcanzar el botón de emergencia y solicitar una enfermera, por mucho fuese el dolor que sentía en el torso y lo imposible que se le hacia respirar igual cerró los ojos queriendo descansar o morirse de una vez, las dos funcionaban, pero una enfermera que abrió la puerta para atenderlo lo interrumpió. Aquella mujer lo miraba impresionada, tanto que tuvo que parpadear un par de veces y volver a fijar su mirada en el, aun sin decirle nada volvió a salir de la habitación y luego de un rato trajo consigo a un doctor.

—Joven Chandler, no esperaba que despertase ahora. — el doctor comenzó a darle una muy larga charla sobre el descanso que debía mantener, las pastillas  que debía ingerir (que ahora eran más), lo que debía comer y las actividades que no podía hacer, pero el ni siquiera sabía el por qué de aquel cambio. Se sentía melancólico y toda esta situación solo le recordaba cuando le diagnosticaron aquella enfermedad. —Mira, lleva varios días aquí y de hecho pensé que usted despertaría antes por lo que nos preocupamos, después de algunos exámenes más podrá salir porque ya nos hemos asegurado de que está estable. — soltó lo que confundió más al castaño, no esperó reacción por el y se fue de la habitación.

Y así pasó la tarde Chandler, entre exámenes y varios cuidados pudo salir en la noche,  su madre se veía mas feliz y a cada rato en el auto le sacaba un nuevo tema de conversación, le agradaba que estuviese de esa manera e incluso lo ponía de buen humor a el.

Una vez en su casa el chico intentaba subir las escaleras para poder ir a su habitación y descansar un rato cuando en el primer escalón le arrebataron todo el aire y sintió una horrible punzada en el torso, sus labios se entre abrieron y sus ojos se inundaron de lágrimas, no podía pronunciar palabra así que duramente dejó salir un quejido. Su madre fue a su ayuda y colocó una mano en su espalda, le sonrió suavemente porque no estaba preocupada.

—Lamento no avisarte antes, hijo. Creo que es mejor que duermas aquí abajo. — la mujer hizo una mueca y lo guió al sofá donde lo dejó sentarse, el aun sin poder pronunciar palabra subió su camisa para poder ver su torso por el punzante dolor que allí sentía, no esperando encontrar una muy grande y reciente cicatriz, su rostro pasó de demostrar dolor a mostrar pánico, observó a su madre buscando respuestas. La vio hacer una mueca expresando tristeza, se levantó buscando su bolso, regresó y se acercó a la pequeña mesa frente a el donde dejó un sobre y un vaso de agua con un frasco de pastillas.

—Si necesitas algo estaré en la oficina, amor. —

Quedan uno o dos caps más.

CYSTIC FIBROSIS; AUSDLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora