Amor Oculto (Legolas y Aralin)

Capítulo Final parte 1: Disolución de la Comunidad

POV Legolas

-Ha llegado la hora -dijo Celeborn- en que aquellos que deseen continuar la Misión tendrán que mostrarse duros de corazón y dejar este país, aquellos que no quieran pueden permanecer aquí...

-Todos están dispuestos a seguir -interrumpió Galadriel mirándonos a los ojos-

-En cuanto a mi -dijo Boromir- el camino de regreso esta adelanté y no atrás

-Es cierto -dijo Celeborn- ¿pero irá toda la Compañía contigo a Minas Tirith?

-Aún no hemos decidido eso -dijo Aragorn-

-No sabemos qué pensaba hacer Gandalf más allá de Lothlórien -mencionó Aralin-

La observé un momento, el suficiente para poder admirar su belleza pero asegurándome de no ser tan obvio ante los demás. Miré sus hermosos ojos cafés, los cuales se veían cansados, como si no hubiera dormido nada, quería hablarle, acercarme a ella y sostenerla entre mis brazos, pero debía darle tiempo, unos días antes yo le confesé mis sentimientos y, hasta que ella no me dijera claramente lo que sentía por mi no quería presionarla aunque ayer estaba tan impaciente por saber la respuesta que terminamos molestos, creo que lo mejor hubiera sido que no le hubiera dicho que la amaba, aunque no me arrepiento de nada.

La Compañía discutía el camino que tomaríamos después de estar en Minas Tirith, Aralin y Boromir insistían en que debíamos quedarnos ahí a descansar y luego seguir nuestro viaje, la cercanía de esos dos me molestaba demasiado, él no podía tocarla, solo yo podía hacerlo.

Maldición, sin darme cuenta mi semblante había cambiado de uno calmado a uno molesto. Suspiré y desvié mis pensamientos hacia la conversación sobre el camino que debíamos elegir.

* * *

Al día siguiente, en el almuerzo, nos despedimos del prado junto a la fuente, sintiendo un gran pesó en el corazón pues el sitio era hermoso y había llegado a convertirse en un hogar para nosotros.

Nos pusimos en marcha atravesando Caras Galadon y las sendas verdes estaban desiertas, pero arriba en los árboles, se oían muchas voces que murmuraban y cantaban, marchábamos en silencio. Abandonamos la ruta empedrada y tomamos un sendero que se interna en un bosque espeso de Mallorn y cáñamos serpenteando entre bosques ondulantes de sombras de plata, descendiendo siempre al sur y al este hacia las orillas del Río.

El prado concluía en una lengua estrecha ente márgenes relucientes: a la derecha y al oeste corría centellando el cauce de Plata; a la izquierda y al este bajaban las aguas amplias, profundas y oscuras del Río Grande. En los márgenes del Cauce de Plata a cierta distancia, había un embarcadero de piedras blancas y maderos blancos y amarrados allí, numerosos botes y barcas. Tres pequeñas barcas grises habían sido preparadas para nosotros.

-¿Qué es esto? -preguntó Sam cuando toco un rollo que yacía sobre la hierba.-

-¡Cuerdas por supuesto! -respondió uno de los elfos- nunca vaya lejos sin una cuerda

-Ahora, recuerden que estas son embarcaciones livianas y distintas, no se hundirán aunque las carguen demasiado pero no son fáciles de manejar y sería conveniente que aprendieran a subir y bajar ya que están en un embarcadero -dijo otro de los elfos-

Nos repartimos en las barcas de la siguiente forma: Aragorn, Frodo y Sam iban en una barca; Boromir, Merry y Pippin en otra; y en la tercera iríamos Aralin, Gimli y yo. En la barca restante llevábamos la mayor parte de las provisiones y paquetes.

Durante el viaje, Aralin y Gimli compartieron charlas en las cuales yo intervenía de vez en cuando, la mayoría del tiempo nos quedabamos en silencio siguiendo la barca de Aragorn.
En algún momento, Boromir acercó su barca a la de nosotros lo suficientemente cerca como para interactuar con nosotros. La joven montaraz aprovechó para tomar un poco de agua del río y mojar a nuestro compañero de la otra barca; ella soltó una risita al verlo, lo cual causó que Boromir extendiera  el remo para golpear suavemente la cabeza de Aralin.