Mamá ha venido a traerme comida y guardarla en la cocina.
Me ha preguntado por ti y la he dicho:
–Mami, se ha ido, no va a volver.
Y me ha abrazado.
No ha sido el abrazo que te recompone, de esos tuyos que ahora echo en falta; era de esos que dicen que se te cae el mundo y piensas mirar mientras te arrastra con él, cariño.
Sabía que no iba a estar orgullosa de mí, yo tampoco lo estoy, al fin y al cabo, con el precipicio de sus ojos iba a acabar mal.
Lección aprendida:
No te ates, será tu ruina.