Parte sin título 18

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Al principio el chico guapo, de ojos tan oscuros como la noche y pelo negro como tal comanche, que aparentaba unos once años (tres más que yo) me había intimidado y había permanecida en silencio esperando a papa. Pero ahora ya lo miraba descaradamente con curiosidad infantil y él me miraba al mismo tiempo entre molesto y confundido, debe creer que soy otra niñita insoportable. Y quizás lo era.

-¿Qué me ves?-dijo molesto sorprendiéndome que hablara de repente, como si yo esperara que él fuera mudo. Nunca había estado con niños tan cercanos a mi edad, había visto tres bebes y dos adolecentes, ambas antiguas niñeras entre los diecisiete y dieciocho. Nunca alguien tan cercano.

-Hola,-salude en un susurro confundido. Mi amigable saludo pareció confundirlo.

Me escudriño unos segundos y luego se puso de pie y camino hasta mi sofá, sentándose en la orilla opuesta a la mía, de todas formas me puse aun más nerviosa, y me aferre lo mas que pude al brazo del sillón.

-¿Quién eres?-cada vez que hablaba me sobresaltaba y aumentaba, tanto mi miedo, como mi curiosidad. Yo era una de esas personas con fobia a lo desconocido, y como vivía entre cuatro paredes... era bastantes miedos.

-Soy Anne.

-Debes ser hija de Harold.-Concluyo.-Soy Adam, mi papa trabajara aquí.- Un dejo de esperanza floreció en mi pecho, si trabajaba aquí, quizá traería a su hijo. Solo quizá, pero eso bastaba.- Nos dijeron que tuviéramos cuidado donde poníamos las armas, había una niña pequeña.-Casi me voy de espaldas por el impacto. ¿El tenia un arma? ¿El me llamo pequeña?

-No soy pequeña,-rezongue.

-Claro que si,-dijo poniéndose de pie y tirando mi mano para que pe parase junto a él. Le llegaba hasta el pecho.-Eres pequeña de edad y para tu edad.

¿Era yo más bajita que otras niñas de mi edad? ¿Y el que tanto sabía?

Volví a mi asiento molesta de que supiera tanto de niñas de mi edad. Ya no me agradaba tanto este niño.

El niño este, Adam, se acerco a la puerta a husmear la conversación de mi papa con su papa. Mama siempre me dijo que eso era malo, la gente se enteraba de cosas que no siempre desea saber, y además de mal gusto.

-¿Qué haces?-le regañe, yo era más madura que el.-Eso es de mal gusto,-cite a mama agarrándolo del brazo para que volviera a su puesto pero él me tironeo hasta soltarse, ¿Dónde estaban los guardias cuando los necesitaba?

-No hagas eso, -empezó a gritar para que me escucharan en el despacho.- Estas escuchando algo que no deberías. -Continúe gritando.-La puerta está cerrada para que no escuchemos. Aléjate de ella.-Ordene y escuche los pasos de papa encaminarse hasta la puerta.

-Sí que eres molesta.-Dijo Adam justo antes de que abrieran la puerta.

-Papa,-chille apuntando con el dedo al niño de ojos negros.-Estaba escuchando tu conversación con el señor.-Lo acuse, se lo merecía, ojala su padre le reprimiera.

Un hombre alto y no tan grueso como papa salió por detrás de él, tenía el mismo cabello, pero sus ojos eran más claros...manipuladores, sin embargo me sonreía amable. Su sonrisa era amable y acogedora, sin embargo me incomodaba al extremo que me viera como me veía.

-Adam,-dijo con precisión desviando la atención de mí a su hijo.-Tienes once.-Dijo severo.-Y no eres digno de mi confianza si una niña de ocho debe darte lecciones de moral.- Si mi padre me hubiese retado de esa manera, habría roto en llanto, fue tan frio, tan duro, tan... cruel.

Hija de la Mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora